Actividades económicas en la Colonia Rincón del Carpincho


 (FUENTE: RESEÑA HISTORICA DE LA COLONIA RINCON DEL CARPINCHO, RECOPILACION DE MARIA CECILIA RIGONAT)


Arado de dos rejas (ilustración)
Los cultivos más importantes eran el trigo y el maíz. Se araba, en el mejor de los casos, con tractor intercontinental de 26 HP que tenía la particularidad de no tener cabina y funcionaba a base de agricol, un combustible parecido al kerosene
En el mes de mayo se empezaba a preparar la tierra para el trigo; pero en el caso de la tracción a sangre se debía empezar hacia fines de enero. Los arados eran de dos rejas, tirados por 6 caballos (tres tronqueros y tres cadeneros). Los de rejas hacían 1,5 y 2 has. por día, por eso, normalmente se contaba con dos o tres equipos de trabajo para hacer más rápido.
Los arados tirados por tractor eran más grandes, tenían 3 rejas pudiéndose labrar entre 7 y 8 hectáreas por día.
Una anécdota famliar recuerda que hacia el año 1959, Eliseo Riogonat vendió u tractor Zettor comprado en 1953 para adquirir más adelante, un Tywynsity que marchaba a querosene, de 4 cilindros y 16 válvulas. Como no tenía luz, cuando trabajar de noche, lo hacía durante las noches de luna llena. Una de esas noches, a la una de la madrugada, el conductor del tractor Javier Rigonat, pudo ver un vehículo que pasaba por el callejón y que parecía haberse caído en la cuneta. Al aproximarse pudo comprobar que se trataba de don Felipe Michelena y Albino Casadidio, que viajaban en su coupé. Inmediatamente, y ante el asombro de los desafortunados viajeros, el trasnochado agricultor los ayudó a salir de la emergencia.
En el mes de mayo se rastreaba con una rastra a dientes y posteriormente se sembraba, utilizando para ambas tareas la tracción a sangre, ya que para el caso del trigo no había sembradoras para tirar con tractor. 
La rastra consistía en colocar dos o tres cuerpos de rastra en forma paralela, o sea uno al lado del otro, y el "rastreador" los manejaba detrás, de a caballo.
La sembradora era de 20 a 22 discos, donde se ataban seis caballos a la par, con dos lanzas y el conductor lo hacía en un asiento en la parte posterior de la máquina.
Con respecto a la obtención de la semilla, para el caso del maíz, se seleccionaban las mejores espigas que eran desgranadas a mano y se almacenaba en bolsas de arpillera para la próxima siembra.
El maíz se recolectaba a mano, en bolsas especiales, más grandes que las comunes, se ponían las espigas enteras, se cargaban en una chata tirada por caballos y a través de un sistema de aparejos, cuya fuerza provenía de los caballos.
Posteriormente "se entrojaba". La troja, oficiaba de silo, constaba de un palo mayor de unos seis metros de alto, sostenido por dos riendas; de su extremo superior pendía un cable carril que a través de un mecanismo de roldanas permitía el desplazamiento de un cajón hacia el piso hasta arriba y viceversa; este cajón tenía en el fondo una especie de puerta que permitía descargar su contenido en el centro de la troja. Para la construcción de la misma se cortaban las cañas de maíz con sus chalas, se colocaban en círculo, sujetadas con una hilea de alambres que distaban entre sí unos 10 cm. A esta fila de cañas, se agregaban sucesivamente nuevas filas, hasta alcanzar los seis metros del palo mayor. En esas trojas entraban entre 500 y mil bolsas de espigas de maíz. Se tapaba con chala de maíz, terminando en pico para que no penetre el agua.
Para realizar las tareas de trilla, se contrataba a una persona que se ocupaba de ir por las chacras. Se utilizaba una máquina con un cilindro, que desgranaba las espigas, una zaranda, que expulsaba la granza, polvillo, etc. y una boqulla que depositaba el grano en la bolsa. Posteriormente se transportaba a la estación del ferrocarril.
La cosecha se realizaba a través de cosecheros estacionales.
Se conformaban cuadrillas de diez o más personas, los más habilidosos lograban levantar entre 20 y 24 bolsas por día. Trabajaban familias enteras, como uno había viviendas se les proporcionaba unas chapas de zinc que eran colocadas en forma de triángulo para armar una vivienda improvisada y un atado de 25 bolsas. Las personas dormían en esas precarias condiciones, utilizando las bolsas de arpillera y las chalas para armarse una cama, para cocinar también utilizaban como combustible la chalar y los marlos del maíz.
Teniendo en cuenta que estas labores se realizaban durante los meses de mayo a septiembre, se puede deducir el sacrificio realizado por estas familias para ganarse el pan de todos los días.
Los cosecheros venían todos los años, provenientes de Santiago del Estero, Tucumán, algunos terminaron radicándose en la zona.
Los rendimientos eran de aproximadamente etre 70 y 80 bolsas por hectárea (la bolsa tenía 60 kilos) enn easc qactuente han sido superadas por el uso de semillas híbridas (diez mil y 12 mil kg. la hectárea).
Con respecto a la eliminación de malezas, se carpía a mano, lo que demandaba una mayor cantidad de mano de obra, pasaban cuadrillas, que se contrataban, aunque en algunas chacras participaba toda la familia del productor, especialmente las que contaban con mayor número de hijos. Este sistema se mantuvo hasta la década de los ´60 aproximadamente.
Con respecto a las innovaciones tecnológicas, primero se difundieron las máquinas juntadoras/trilladoras de maíz, después se utilizaron herbicidas selectivos a base de 24D y escardillos.
Para el caso del trigo, se sembraba a mediados de mayo-fines de junio y se cosechaba en diciembre.
La cosecha de trigo se realizaba a través de una máquina de corte y trilla, tirada por un tractor, en la década de 1950 aparecieron las primeras automotrices cosechando todo en bolsa.
La máquina dejaba las bolsas en el campo, y posteriormente con rastras tiradas a caballo se hacían los rodeos, con chatas se llevaban a la estación de ferrocarril.
Los rendimientos eran de 40 bolsas por hectárea, en las buenas cosechas y actualmente oscilan entre 3.500 y 5.000 kilos la hectárea.
Los Panziraghi recuerdan que tenían una máquina cosechadora de arrastre marca "Guanaco" tirada por caballos. Cada vez que debía ponerse en marcha, el ruido que realizaba espantaba los caballos, debiendo calmarlos, situación que demoraba las tareas.
Durante los primeros años se sucedieron épocas de sequías, el arado daba vuelta la tierra seca, agravado por el gran gramillón, la tierra no quedaba en condiciones de sembrar, por lo lo tanto las cosechas eran de muy pobre rendimiento.

GANADERIA

Como la mayoría de las chacras no contaban con bretes, corrales y mangas, se utilizaban en forma comunitaria los ubicados en los campos de Marcelino Bonópera y Ludgérico Mallaina, allí se realizaban los trabajos de vacunación, bañado de animales, yerras, etc.
En época de invierno se realizaban las yerras, que servían de excusa para reunirse los vecinos en un asado, después del cual se practicaban distintos entretenimientos como jugar a las cartas, taba, etc.
Para el traslado de animales se reucrría al arreo, llevándolos a las ferias de Junín y de Lincoln. Las razas que se criaban eran Shorton en un principio y después Hereford, más tarde, Holando, sobre todo con la conformación de los tambos.

TAMBOS

El tambo se hacía a mano, obteniendo entre 6 y 7 litros por vaca, contando entre 50 y 60 vacas. Posteriormente se mejoraron la calidad de la hacienda reemplazándola por las Holando Argentino y muchos tamberos lograron instalar ordeñadoras mecánicas.
El seño César Ruiz instaló un tambo que producía entre 300 y 1.200 litros de leche, atendido por toda su familia y más tarde pudo incorporar el tambo mecánico.
A pesar que la instalación de tambos era una actividad prioritaria para las autoridades del Consejo Agrario nacional no había usinas lácteas cerca, constituyendo un gran problema porque no tenían dónde entregar la leche ya que se trataba de un tambo de muchos litros. Más tarde se extendieron las empresas de Saforcada, de la fábrica de Tillao y Arce, después la Liga Agrícola de Junín.
El señor Brícola desarrolló un tambo de un gran importancia trabajando ininterrumpidamente durante 45 años.
El colono Isaac Varela también se dedicó al tambo para lo cual trajo 50 vacunos para tamboy 20 yeguarizos, en los que trabajaba toda la familia. Al principio ordeñaba a mano, obteniendo entre 500 y mil litros diarios y en 1960 pud incorporar ordeñadoras mecánicas.

OTROS EMPRENDIMIENTOS

En 1963, el señor Juan Brícola, dad su especialización en la actividad tambera, tomó la iniciativa y anexó una cabaña para cría de animales de la raza Holando Argentina. Los resultados fueron altamente satisfactorios, llegando a obtener premios de Campeón Reservado en Junín y Lincoln durante dos años. Lamentablemente, los elevados costos de la explotación y el esfuerzo demandado no tuvieron su correlato en los beneficios obtenidos, de modo que decidió finalizar con la actividad.
En 1969 dio inicio a un establecimiento destinado a la elaboración de quesos, de gran importancia para la zona, ya que los tamberos radicados en la misma, entregaban la leche para su procesamiento.
La calidad del producto obtenido hizo que tuviera una muy buena aceptación por los consumidores, superando el alcance regional, ya que además de comercializarlos en Junín y Lincoln, tuvo inserción en el mercado de la ciudad de Buenos Aires.
Posteriormente, la inundación ocurrida en el año 1971 echó por tierra este emprendimiento, ya que estaba imposibilitado el acceso al campo y los tamberos tampoco podían entregar la leche.
El Sr. Antonio Santos organizó una cabaña de animales Shorton, llamada Cabañita San Francisco, con gran éxito, ya que obtuvo muchos premios en exposiciones rurales. Y de la misma manera un haras destinado a los caballos de trote.
La familia Postigo, además de dedicarse a la agricultura y ganadería, diversificaron su producción anexando la avicultura. La producción llegó a contar con 600 gallinas y pollos y hasta mil pavos para su venta. Esta actividad les permitía pagar todos los gastos de la chacra.
El Sr. Zocco también se dedicó a la avicultura que posteriormente debió abandonar dada su escasa rentabilidad.

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