El Taller Literario de Junín: Un baluarte de la escritura y la literatura juninense de más de 45 años
El 9 de mayo de 1978, por iniciativa de Roberto Cánepa Leiva (foto) y la colaboración de Juan Biondini, Alda Salzarulo, Silvia Elina Tacchino y Néstor Casalino, se funda el Grupo Taller Literario de Junín, con el objetivo de difundir la obra de los escritores de nuestra ciudad. Posteriormente, en 1980, adopta la denominación actual, poniendo énfasis en el aspecto docente y formativo en cursos de escritura, tanto en narrativa como en poesía.
En mayo de 2023 el Taller Literario de Junín cumplió 45 años. El 9 de mayo de 1978, por iniciativa de Roberto Cánepa Leiva y la colaboración de Juan Biondini, Alda Salzarulo, Silvia Elina Tacchino y Néstor Casalino, se funda el Grupo Taller Literario de Junín, con el objetivo de difundir la obra de los escritores de nuestra ciudad.
Posteriormente, en 1980, adopta la denominación actual, poniendo énfasis en el aspecto docente y formativo en cursos de escritura, tanto en narrativa como en poesía.
Al cabo de años, estos cursos dejaron de dictarse cuando el Ministerio de Educación del Provincia los reconoció oficialmente, dando lugar a la lectura analítica que es, solamente, lo que actualmente se trabaja.
El Taller Literario lleva editado 14 libros y la revista Oxymoron, que logró el reconocimiento de importantes entidades de letras de la Capital Federal y, durante más de 20 años, trajo a nuestra ciudad a los más caracterizados escritores nacionales, sin ningún apoyo económico oficial ni privado.
Debido a la actividad docente de Cánepa Leiva, éste fundó el Taller Literario en Bragado, con el auspicio del municipio, y en Villa Cañas, con el patrocinio del Club de Leones.
Roberto Cánepa Leiva, en el aniversario 45 del Taller Literario de Junín - Año 2023COMO SURGIERON ROBERTO CANEPA LEIVA Y EL TALLER LITERARIO
Roberto Cánepa Leiva indudablemente es un hombre íntimamente vinculado a las letras en Junín, desde hace años. Llegó a Junín junto a su familia en 1942. Su padre trabajaba en la Oil América, empresa americana de comunicaciones internacionales. Se había desempeñado en Lima, en Santiago de Chile y luego en Mendoza, donde conoce a su madre y a quien describió: "Una sanjuanina maravillosa que me enseñó a leer y escribir”.
Sobre lo que fueron sus primeros pasos formativos en nuestra ciudad, comentó en oportunidad de una entrevista periodísticas con un medio juninense, que “a los siete años me anotaron en la Escuela Normal-Nacional que funcionaba en la vieja calle San Martín, hoy Lebensohn. En el 1950 se inauguran los edificios modernos que dan a San Martín”, describió sobre aquella época.
En la misma línea, relegando adjetivación histórica para darle lugar a la opinión, expuso: “Ahí sí que teníamos docentes: teníamos que estar impecables en cuanto a imagen y conducta”.
En 1954, finalizó sus estudios secundarios y continuó con su formación académica en La Plata. Allí, eligió la carrera de Derecho para adquirir herramientas en el mundo jurídico. Al respecto, contó: “Fui un excelente alumno. Termino procuración y me paso a letras que me tiraba muchísimo y uno de los gestores de ese paso fue el padre Obdulio Malchiodi”.
“Estaba estudiando Derecho y Horacio José de la Cámara, profesor querido del Colegio Nacional, me había metido en Asterisco: un lugar donde confluían narradores, poetas y literarios”, compartió sobre sus primeros pasos en el mundo literario de jerarquía.
“Mi primer error fue salir de la Escuela Normal y el segundo fue no prestarle atención al título de Procurador porque pude haberme matriculado acá”, evaluó sobre su trayectoria tras más de ocho décadas de experiencia.
Gran lector de Borges, Alexis Smith y Bioy Casares, en poesía le gustaba mucho Roberto Themis Speroni y el británico John Keats. Sin dudas autores que lo han influenciado como escritor y como creador de primer taller literario que surgió en nuestra ciudad hace más de cuarenta y cinco años.
“Durante los cinco años que duró el bachillerato, cursé en el centro Santo Tomás de Aquino que funcionaba en un subsuelo de la Parroquia San Ignacio de Loyola. Ahí aprendí lo que es ser orador”, reconoció en torno a sus propias virtudes.
Sobre lo que fue una de sus pasiones, indicó: “Los domingos lo primero que hacía era ver los suplementos literarios de La Nación. Un día encuentro publicado un poema que fue un regalo de La Cámara. Creo que no hubo otro autor de Junín que auspiciaran en la parte literaria”.
“El 9 de mayo de 1978 fundé el primer Taller de Literatura de Junín y la región, en pleno proceso de la dictadura, y jamás me tocaron. Eso que se veían con lupa procesos de ese tipo”, enmarcó.
Y contó: “A raíz de eso, cobré ínfulas y me empecé a cartear con los mejores escritores argentinos. Fundado el Taller de Junín, comencé a traer a los mejores escritores del país al Club Social pagándolos de mi bolsillo, siendo la última María Ester Vázquez que me pidió 500 dólares”.
“El Taller Literario de Junín nunca dejó de funcionar porque lo tomaron tres profesores y lo mantuvieron: Giménez, Daniel Druguieri y Claudio Portiglia. Sin ellos no hubiera sido posible”, enfatizó.
Vale recordar, que el primer domicilio del taller fue Mayor López 383 y funcionó allí hasta que el doctor Juan José Azpelicueta, por entonces juez federal y presidente del Club Social le ofreció las instalaciones de la entidad para que funcione lo que fue el primer taller literario de Junín y la región, también por inspiración de Siria Spoletti, quien proveniente de Italia había dado una conferencia en el Instituto del Profesorado Junín, donde Cánepa Leiva daba clases.
Actualmente el Taller Literario de Junín, que funciona en la sede del Club Social, los martes y jueves de 17 a 19, realiza el curso de Lectura Analítica, siempre a cargo de Cánepa Leiva. Hoy, más vigente que nunca, sigue acumulando años de prestigio y desarrollo a nivel local.
Visión de Junín
En una entrevista publicada por un medio juninense el 5 de noviembre de 2023, Roberto Cánepa Leova destaca que “Una ciudad es el testimonio de una época y la misma se caracteriza por una sociedad. Aquella en la que crecí no tiene nada que ver con esta”.
Desde su perspectiva, consideró que antes “había más respeto, en todo orden: los jóvenes respetábamos a los mayores, cosa que hoy no ocurre (hablando genéricamente)”.
“Era un Junín en el que se podía sentir en la vereda en las noches de verano a conversar. Hoy el único que se sienta hasta las diez de la noche soy yo y mi ánimo, acompañado de Delfina que es mi perra a la que considero una hija”.
“Aquello que viví fue un paraíso. Me sigo vistiendo como lo hacía siempre: porque tengo la ropa y me gusta. Hasta la vestimenta se ha deteriorado”, remató.
Y criticó: “Las relaciones eran más sanas. La diversión de la familia era el Cinematógrafo y el Guaraní, en calle España”.
Ante la pregunta: “¿Todo tiempo pasado fue mejor?”, respondió: “No en todo sentido. Desde el punto de vista técnico y científico no. Humanamente considerado, creo que fue mejor porque le hemos perdido el rumbo al homo sapiens”.
Relación con Borges
Además de su desarrollo profesional, algo que lo destaca a Cánepa Leiva ha sido su vínculo con Jorge Luis Borges, referencia de la literatura nacional y mundial, con innumerables premios y reconocimientos que lo testifican.
De hecho, producto de la relación y un importante trabajo articulado con otras partes, Cánepa Leiva fue el protagonista de la visita del reconocido autor internacional a nuestra ciudad: “Aquel día comenzó leyendo un poema que había terminado hacía poco: ´Vuelvo a Junín donde no estuve nunca´, haciendo alusión al Borges abuelo comandante del fuerte de San Ignacio”, explicó.
“Lo traemos por el aniversario de fundación del Instituto. Carmen Garay me quería muchísimo porque había sido mi profesora de religión y me dice que Borges quería conocer la calle del abuelo. Teníamos la invitación del club Los Indios”, inició la anécdota.
“Borges llega a la mañana y pregunta si era lejos el lugar y se me ocurre decirle que era cerca. Silvia Iparraguirre trae el auto, que era un Fiat 600, y no entrábamos. Él dice de ir caminando y se agarró de mi brazo”, siguió.
Y continuó: “Me preguntaba a cada rato qué calle atravesábamos y qué rememoraban hasta que por fin llegando a Borges, me pidió que se la describiera y me vi en figurillas y apelé a mis conocimientos de la historia local”.
Tras pasar por Los Indios y saludar a todos los presentes, llegó la hora de ir a misa. ”Le pregunto si iba a concurrir y me dijo: ´No, prefiero quedarme porque es muy difícil creer en tres dioses que es uno solo´, rememoró Leiva.
“Carmen Garay me pide que me quede con él en la clase de profesores y fue un lujo que no valoré acabadamente. Si a Borges la conversación no le interesaba conversaba con monosílabos y una actitud perdida. No era fácil conversar con él”, detalló.
“Le pregunté si sería imprudente que leyera un poema que había escrito y me permitió. Tras hacerlo, me puso una mano en el brazo y me dijo: me recuerda a John Keats”, describió.
De tal forma, siguieron los encuentros entre Cánepa Leiva y Borges, hasta el punto de compartir un “porridge”. “Lo preparó la madre: típico inglés de avena, leche y azúcar”, explicó.
“Ahí empezó el milagro con Borges. La madre siempre escribía en nombre de él. Hasta que falleció y tomó las riendas María Kodama y se terminó todo”, concluyó con pesar en sus palabras.
Roberto Cánepa Leiva en una actividad del Taller Literario de Junín en el lugar emblemático donde desarrolló toda su actividad: el Club Social de Junín.“Cursando en el Colegio Nacional Álvarez Rodríguez conocí a Horacio de La Cámara que era escribano y profesor de Instrucción Cívica, nativo de 9 de Julio”, recuerda Roberto Cánepa Leiva en otra entrevista a un medio juninense el 25 de marzo de 2018.
“Él me impulsó a escribir y me largué con más decisión. Tanto que ya cursando 5º año reuní unos poemas, que contaban con su juicio crítico y su aliento. Incluso era compañero de él en Asterisco, donde reunía a todos los “plumíferos” de Junín que le eran agradables a él, no entraba cualquiera".
Su padre pagó la publicación de un pequeño libro de poemas que incluso Roberto ilustró. Pero la sorpresa llegó cuando descubrió en la página literaria de La Nación una reseña sobre un poema suyo.
“Creí que volaba” confiesa Cánepa Leiva atesorando la emoción que le había provocado aquella inexplicable sorpresa que luego se develó.
“De La Cámara había enviado ese librito al juicio crítico de la página literaria del diario La Nación, nada menos, el mejor juicio crítico del país. Para mi sorpresa un domingo lo descubro en la página literaria, a una columna, comentado por Margarita Bella Caprile Mitre, del directorio del diario La Nación, saludándome como un poeta excelente de quien había que esperar más cosas”, rememoró.
Gran lector de Borges, Alexis Smith y Bioy Casares, en poesía le gustaba mucho Roberto Themis Speroni y el británico John Keats. Sin dudas autores que lo han influenciado como escritor y como creador del primer taller literario que surgió en nuestra ciudad hace cuarenta años.
“La idea del taller surge cuando estaba trabajando en el Instituto del Profesorado y era miembro del Instituto de Cultura Hispánica”, comienza relatando.
“Trajimos a Junín a Syria Poletti, escritora italiana que irrumpió en la literatura argentina con notable crítica y fue ella quien me aconsejó fundar un taller literario, que busca tanto en prosa como en poesía orientar hacia la escritura”. Roberto tomó el consejo y según indica, “el éxito fue rotundo”.
Si bien la actualidad muestra una realidad diferente, él hace una salvedad: “Hoy estamos muy lejos de ese éxito ya que hay talleres por todas partes, pero Syria Poletti me aclaró algo, que el taller literario es una creación de un escritor, no de un profesor, eso me dijo y realmente es para pensarlo”, reflexiona Cánepa Leiva.
Honrando al taller con el nombre de la ciudad, decidió llamarlo “Taller Literario de Junín”. Taller por el que pasaron muchísimos juninenses y muchísimos autores premiados. Según Roberto, “más de setecientas personas han pasado por el taller”.
Sobre su relación con el mismo, Cánepa Leiva asegura: “El taller me ata a la vida, me hace sentir vivo, porque desde que murió mi madre, nunca más fui feliz, se lo confieso”, abre su corazón.
El Club Social, su lugar en el mundo
Dice la crónica periodística de esa nota de mayo de 2018: Como socio vitalicio del Club Social, Roberto conoce cada rincón, cada historia y guarda en su retina algunos sucesos y anécdotas que decide contar.
“Aquí había grandes eventos, grandes fiestas, era otro Club Social, era otra la sociedad y otra la época. Este edificio es un monumento a aquellos tiempos y cuesta muchísimo mantenerlo”.
Antes, según el escritor, “las familias terminaban de cenar y venían al club a tomar una copa, hoy van a una confitería”.
“Viví cosas muy lindas aquí. Ayudé a bajar del brazo a Adriana Varela, totalmente encurdelada de whisky, una chica muy linda que se tomó una botella sola y tuvo que pedir ayuda para bajar”, cuenta con humor.
“Acá los vi bailar a Juan Duarte y Elina Colomer. Él de impecable traje blanco y zapatos blancos combinados, era un galán de cine, un hombre muy buen mozo y estaba en el candelero. Era el secretario privado de Perón en ese entonces. A Elina Colomer la recuerdo vestida de rojo, con su piel blanca, una mujer rubia muy hermosa. Daba gusto verla bailar el tango”.
El tango, su nexo con la música
Amante del tango, Roberto trabajó en un programa de radio en Buenos Aires, en un bar llamado “Le Bardiner” y como nunca dejó de escribir, es autor de tres tangos con letra y música registrados.
“Me gusta mucho el tango. Trabajé en el Viejo Zaguán desde que se inauguró hasta que desapareció, fui compañero de Gallardo, Miguelito Suárez, Fernández, Quique Giagante y Agustín Prezioso. La barra del viejo Zaguán”, rememoró.
Comentarios
Publicar un comentario