El monumento del Cementerio Central que rinde homenaje a los guardias nacionales del Fuerte

 

La pieza arquitectónica, erigida en 1893, recuerda a caídos en un combate en La Picaza el 5 de mayo de 1871, al mayor José Orellanos que murió en un combate en la provincia de Santa Fe, al subteniente Leite y soldado García muertos en otro combate contra los indios el 30 de julio de 1876 y a familiares del capitán Pablo Vargas y "a todos los que perdieron su vida luchando por la civilización". De Marcelino Vargas relata la historia que en su propia casa, "fue sorprendido en la oscuridad de una noche por un grupo de indios ávidos de botín y de venganza".



La Municipalidad de Junín erigió en el Cementerio Central -inaugurado en 1870- el monumento "A los beneméritos servidores de la Patria, a los que perdieron su vida luchando por la civilización".

En uno de sus costados se lee: "A los vencedores de La Picaza, muertos el 5 de mayo de 1871". Ese día,  bajo las órdenes del Teniente Coronel Maldonado, Conrado Villegas a cargo de un Batallón del Regimiento 2º de Caballería, ataca a los indios ranqueles, en las cercanías de la laguna “La Picaza”, en lo que fue el primer choque en que intervino contra los indígenas que serían sus tradicionales enemigos.

EL COMBATE DE PICHI CITRU

En otra de las caras del monumento -erigido hace 130 años- se puede leer: "A la memoria del sargento mayor José Orellano, muerto en Pichi Citru el día 8 de mayo de 1874".

Pichi Huitrú (1874) es un campo de batalla en Departamento de General López, Provincia de Santa Fe.

En un artículo publicado el 2 de octubre de 2020, en el sitio web digital informativo El Vediense.com, Juan Carlos Cambursano, director del mencionado sitio web, señala: "La firma londinense Waring Brothers, fue la encargada de realizar el estudio de factibilidad para encarar el trazado del ferrocarril trasandino posteriormente denominado B A P (Buenos Aires al Pacífico), para ello en marzo de 1871 fueron enviados a Bueno Aires un cuerpo de Ingenieros y colaboradores, a cargo de Roberto Crawford. Este contingente inglés compuesto por alrededor de cuarenta personas (ingenieros, agrimensores, intérpretes, comisionados, cocineros, obreros, etc.), en el inicio de sus tareas de exploración y trazado a partir de Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, tuvo una actividad llevadera y muy pujante, ya que se desarrolló dentro del ámbito territorial donde predominaba la seguridad que brindaban los fortines; pero a medida que se iban desplazando hacia el interior del territorio, las dificultades fueron constantes y muy peligrosas, especialmente por la presencia  de los ranqueles, que no se resignaban a perder sus centenarias posesiones".

Agrega Cambursano que "Crawford reflejó todas las experiencias vividas en ese extenso y complicado periplo en su libro “A través de la Pampa y de los Andes” publicado en 1884 en su país. Don Raúl Crasso en su “Historia de mi ciudad Vedia”, recrea uno de los acontecimientos más impactantes narrados por el ingeniero inglés, el combate de Pichí Huitrú (Caldén Chico) ocurrido el 9 de mayo de 1874, cerca de la Laguna La Picaza".

"La mañana de ese día -sigue rememorando Cambursano- una comisión de técnicos, conformada por los Ingenieros argentinos Luis Huergo, Luis Dumesnil y el inglés Santiago Brian, acompañados por un grupo de colaboradores salió del Fortín “La Verde”, ubicado en el actual Partido de General Pinto, para continuar levantando la traza del ferrocarril. Eran escoltados por el Mayor Manuel José Orellano y veintisiete soldados, debidamente pertrechados".

Relata en el artículo que "al aproximarse a la Laguna “La Picasa”, los exploradores que iban muy adelantados, dieron la alarma, pues habían avistado indios. Orellano y Huergo se apresuraron a reunir sus hombres formando un cuadro de 100 metros de lado, colocándose en el centro la caballada y el ganado vacuno, demás de tres carretas que defenderían Huergo, sus asistentes y peones. Al frente se colocó Orellano y sus huestes".

"Cuando aparecieron los indios, unos cincuenta en total, espléndidamente montados, se adelantó el Cacique a parlamentar; el Mayor Orellano salió a su encuentro, y el indio acusó a los cristianos de haber venido a despojarlos de sus dominios de caza, permitiéndoles retirarse si dejaban las carretas y los animales. Como el jefe militar no aceptó la demanda, el indio giró su caballo en redondo uniéndose a sus filas dándoles órdenes.  De inmediato, aprovechando el viento norte, prendieron fuego al pajonal, cubriendo de humo al campamento, mientras se lanzaban al ataque dando alaridos", mencionó Cambursano.

Sigue narrando que "a una distancia de 50 metros del campamento los recibió una descarga y varios rodaron de sus caballos; ante ello realizaron un nuevo ataque por uno de los flancos, recibiendo una nueva andanada mortífera. En ese momento las llamas cada vez más cercanas y el estampido de las armas espantaron a la caballada y a los vacunos, los que corriendo desenfrenadamente pasaron la línea de defensa. Esto era precisamente lo que deseaban los aborígenes, desistiendo del ataque y lanzándose tras el ganado".

"El Mayor Orellano dio a sus hombres orden de montar y salió en persecución de los aborígenes, mientras que Huergo y sus auxiliares procuraban salvar del incendio a las carretas. Volvieron a enfrentarse indios y soldados en un encarnizado combate, que dejó a Orellano y algunos de sus hombres heridos de gravedad, en tanto que los indios tuvieron doce muertos y varios heridos. Fue imposible continuar con la persecución, pues además de hombres heridos, los caballos de la tropa estaban totalmente extenuados. Regresaron al campamento, cargaron al Mayor y a los soldados heridos en las carretas y se replegaron lentamente al Fortín La Verde (diez leguas al sur aproximadamente), donde llegaron casi muertos de frío, mientras atrás quedaba el campamento envuelto en llamas", sostuvo el director de El Vediense.com

Además agrega que "no hace referencia Crawford en ese relato, el epílogo dramático de esta historia, ya que el Mayor Manuel José Orellano, murió el 19 de junio de 1874 a consecuencias de las heridas sufridas en aquel enfrentamiento con los indios. Conforme narra Don Raúl Crasso, transcurridos doce años (el 15 de febrero de 1886) se habilita el tramo de vías que corre desde Chacabuco, precisamente hasta la estación solitaria en medio de la pampa a la que la empresa ferroviaria Buenos Ayres and Pacific Railway Co., le pone el nombre de Mayor Orellano, rindiéndole un justiciero homenaje al héroe de La Picasa".

"Pero, ocurrió lo que muchas veces ha acontecido, cuando muere el dueño de los campos que rodean a la estación, se borra el nombre del soldado que dejó su sangre en los pajonales para que avanzara el progreso, y se le impuso el nombre de Diego de Alvear a la estación y al pueblo que surgiera gracias a la llegada del ferrocarril. Este terrateniente era dueño 250.000 hectáreas, que recibiera en parte de pago por trazar los límites entre las Provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba", sostuvo en su artículo Juan Carlos Cambursano quien además indica que "posteriormente en el año l948, tal vez para subsanar aquella ignominia, la estación del entonces Ferrocarril General San Martín de la localidad de Germania, Partido de General Pinto, fue bautizada con el nombre de Mayor Orellano; pero tal denominación fue absorbida naturalmente por el propio nombre de la población, situación que se profundizó en los últimos años, con la desactivación de los servicios ferroviarios".

En el caso de Vedia, mencionó Cambursano que "gracias al aporte del mencionado historiador, una calle lleva su nombre desde el año l963, nace al finalizar la Avenida 25 de Mayo y se extiende hasta el paso a nivel prolongación del paseo Víctor Emilio Galíndez. Justamente en todo su trayecto, se extiende paralela a las vías ferroviarias que Orellano ayudó a trazar y por las que ofrendó su vida; pero en un ingrato destino de pertinaz olvido, nunca hubo un cartel que la identificara y solo la han habitado fantasmas de aquel casi ignoto pasado".

EN JUNIN, ADEMAS DE ESTA PLACA EN EL MONUMENTO MENCIONADO EN EL CEMENTERIO CENTRAL, EL MAYOR ORELLANOS ES RECORDADO CON UNA CALLE QUE NACE EN CALLE MITRE HASTA SU CRUCE CON JUEZ PEREZ Y QUE ATRAVIESA DOS BARRIOS: NUESTRA SEÑORA DE LUJAN Y PADRE GREGORIO GONZALEZ



HOMENAJE A LOS VARGAS

Otra placa de la Municipalidad de Junín de 1989 recuerda "a los abnegados defensores del glorioso Fortín (sic) Federación, hoy fecunda y pujante ciudad de Junín: capitán Marcelino Vargas (fallecido en 1870), teniente primero Francisco Vargas (fallecido 5-12-1879), miliciano Andrés Vargas (fallecido 4-5-1936), a los que la comunidad toda hoy les rinde el postergado y merecido homenaje que les adeudaba".

Hasta el momento del único que pude rescatar datos fue de Marcelino Vargas, y para ellos recurrí al libro "Junín en la historia y hombres que lo impulsaron" editado en 1967 escrito por el historiador Luis Sciutto Ferretto.

De Marcelino Vargas relata Sciutto Ferretto:

"A muy poca distancia del Río Salado y colindante a las instalaciones de la Sociedad Rural de Junín, subsistieron hasta hace poco tiempo -el texto fue escrito en 1967- unas viejas habitaciones, construidas en la chacra que el Gobierno adjudicara al capitán Pablo Vargas.

Allí solía residir temporariamente aquel meritorio jefe de milicias al regreso de las frecuentes misiones que le eran encomendadas para custodiar la frontera pactada con los indios.

Más en el año 1879, esa propiedad debió ser enajenada para saldar una pequeña deuda contraída en la casa de comercio local de la firma Isidro y Francisco Soba.

Lugar de historia y de leyenda, pues desde él se vigilaba el "paso de piedra" del Río Salado ubicado unos 900 metros hacia el suroeste. Por ese sitio que en adelante también se le comenzó a llamar "Paso Vargas" solían infiltrarse sigilosamente indígenas que merodeaban por las inmediaciones en actitud de continua acechanza.

Después de realizar pacientes investigaciones he llegado a la conclusión de que debió ser en ese mismo sitio, cuando corría el año 1870, donde encontró la muerte en un episodio de muy hondo dramatismo el valiente miliciano Marcelino Vargas, hermano del anterior y abuelo de nuestro estimado convecino, don Gregorio Vargas.

Marcelino Vargas fue sorprendido en la oscuridad de una noche por un grupo de indios ávidos de botín y de venganza.

Después de ofrecer una tenaz resistencia en lucha tan desigual, sintiéndose herido y seguramente para evitar ser degollado, optó por refugiarse en el fondo de un pozo, pero allí fue descubierto y quemado vivo con paja arrancada del techo del rancho.

Algunos días más tarde se encontró su cadáver totalmente carbonizado junto al de un indio que audazmente trató de descender para ultimarlo, pero que también halló la muerte, traspasado por la lanza que Vargas blandiera con destreza en su desesperada acción defensiva.

Años después fue hecho prisionero un indígena que había participado en este mismo asalto, pudiéndose entonces conocer, por su intermedio, los pormenores de aquel sangriento episodio".

El mapa muestra en contorno negro el lugar de la chacra que el gobierno nacional otorgó al capitán Pablo Vargas. En ese lugar, en 1870 fue asesinado salvajemente Marcelino Vargas, hermano de Pablo.















 

ADHIEREN AL CICLO HISTORIAS FUNDACIONALES (DECIMA EDICION) 196 AÑOS DE JUNIN





























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