Colonia "Rincón del Carpincho": La llegada...




Historias y testimonios reunidos en el libro "Colonia Rincón del Carpincho", breve reseña histórica, de María Cecilia Rigonat.


-"Yo no quería ir si el agua era fea, porque estaba cansada del agua fea, antes vivíamos en la zona de "La Mula" y el agua era horrible. Por eso le dije al abuelo, traeme un poco de agua que si es buena, voy. Así fue como me trajo una botella con agua; la probé y era dulce, linda, entonces, sí, le  dije, nos vamos..." - cuenta mi abuela, mientras revuelve en sus recuerdos.

Ese día...María juntó las cosas del rancho, barrió bien, miró por todas partes para ver si se olvidaba de algo, como despidiéndose de algún sueño, y mientras tomaba coraje para enfrentar la vida, cerró despacito la puerta del rancho, con un ganchito, y con sus tres hijas se subieron al sulky.

Edelmiro las esperaba en el campo de Laplacette, había partido antes con las 40 vacas, las gallinas, los pocos muebles, y sobre todo con un montón de proyectos...al fin sus animales tendrían un lugar seguro, al fin podría ser dueño de su tierra.

El sulky camina lentamente. Después de hacer una parada en casa de la tía Angelita para almorzar y despedirse, toma el camino que conecta Bermúdez con Laplacette, bordeando las vías del ferrocarril y atravesando la laguna -que en ese momento tenía poca agua-, con un poco de miedo porque era la primera vez que lo recorría.

Cuando ya suponen que han llegado, un muchacho de unos 15 años, que cuidaba de unos animales sale al encuentro: -"Hola. ¿Ustedes son la familia de don Mussanti? Encantado, cualquier cosa que necesiten ¡ya saben!". Era Nelson Burattini, pertenecía a una de las primeras familias que se instalaron en la zona, y con gran entusiasmo asumía el rol de anfitrión, ofreciéndose para cualquier cosa.

Cuando finalmente llegaron al campo, soplaba un fuerte viento, las gallinas, desconcertadas, se habían acurrucado junto a unos palos que estaban en un rincón, a las que se había sumado un ñandú que pertenecía al vecino.

Historias como éstas con el sello que le imprimen las situaciones personales, se fueron sucediendo día tras día, en distintos momentos de aquel año 1949, y que han quedado grabadas en la memoria de nuestros abuelos y forman parte de nuestras vivencias y de nosotros mismos. Aquí pasamos a relatar algunas cuyos protagonistas han querido compartir con nosotros:

Marino Badano recuerda aquel día en que junto a su padre se trasladaron desde Lincoln, con todas sus pertenencias. El conducía la chata, con la mudanza y su padre viajaba en una jardinera. Con gran emoción tomaron el camino de acceso a la vieja estancia, que ahora veía pasar a las familias cargadas de pertenencias, que los llevaba hasta la chacra Nro. 19.

Cansados por el largo viaje pararon a la orilla del camino al lado de un molino, hasta abastecerse de agua y contemplar la zona. Allí Eliseo Rigonat y su ayudante Juan Shapp, habían levantado una carpa, quienes inmediatamente -sin conocerlos- los invitaron a tomar unos mates y descansar del viaje.

La familia Mallaina, dedicada al tambo en Intendente Alvear (La Pampa), se trasladó con sus animales, recorriendo 280 kilómetros con el arreo, que duró varios días, debiendo hacer unas cuantas etapas para descansar. Con el arreo venía un perro ovejero, que don Mallaina apreciaba mucho por su cooperación para el trabajo con los animales. Una vez que llegaron del largo viaje, el animal se orientó y como al parecer la zona no resultó de su agrado, decidió emprender el regreso, siendo buscado, en vano por sus dueños, quienes más tarde supieron, que al cabo de unos días llegó a La Pampa.

Un caso parecido les ocurrió a los hermanos Tosoni, aunque tuvo mayores consecuencias.
Cuando venían desde Lincoln con su mudanza, hicieron un alto en la zona de la Pergaminera, pasando en vela toda la noche para cuidar los caballos. Pero en un momento el sueño y el cansancio los vencieron, despertando con la amarga sorpresa que los animales se habían vuelto a su querencia o sea a la chacra de Lincoln, de la que habían partido. Debieron pedir un caballo a un vecino para ir a buscarlos y así poder continuar con el accidentado viaje, llegando a destino con una considerable demora.

El 1 de mayo de 1949, Eliseo Rigonat y sus dos hijos varones se levantaron muy temprano para preparar sus pertenencias y, alrededor de las 7 de la mañana, partieron desde la zona de quintas del cuartel IV, de Junín, a caballo con la tropa, compuesta por 80 cabezas de ganado, la mayoría integrada por vacas preñadas. Salieron por el camino del golf, cruzaron la ruta 7, para salir al antiguo Boliche "La Lata", por el camino que llevaba a Bayauca, continuando por la actual ruta que va a Baigorrita, haciendo un alto para almorzar en el boliche "El Eucalitpus" y continuar viaje hacia Laplacette.

En la entrada a la colonia "El Rincón del Carpincho", aún se conservaban dos importantes tranqueras de madera que indicaban el ingreso a la antigua Estancia Couget. Unos dos mil metros los separaban del campo. Era el atardecer. Eliseo Rigonat esbozó una sonrisa de satisfacción, atrás quedaban esos cinco años de penurias económicas, sembrando papas en una quinta de 20 hectáreas y trabajando de lechero, para mantener a su familia; situación a la que lo había empujado la pérdida del campo de Piedritas.






















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