La colonia "Rincón del Carpincho" tiene sus orígenes hacia fines de los ´40, cuando el gobierno nacional expropia las tierras pertenecientes a la Compañía Argentina de Inversiones Financieras
(Los siguientes textos fueron extraídos de la publicación "Colonia Rincón del Carpincho", breve reseña histórica, de María Cecilia Rigonat).
La década del ´40 fue una época difícil, tanto para el país como para el mundo, conmocionado por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Los efectos de la guerra se hacían notar especialmente en el sector rural, ya que el comercio mundial se encontraba interrumpìdo por la contienda bélica y con ello nuestras exportaciones de granos y carne. Los precios de los cereales -a diferencia de la carne- cayeron drásticamente debido a la menor demanda de nuestros compradores ( en su mayoría países europeos).
La no participación de Argentina en la Segunda Guerra Mundial le valió el boicot de Estados Unidos, situación que la mantuvo al margen del comercio mundial. De esta forma, la escasez de combustible debio ser suplida mediante la quema de cereales, en el período que va de 1942 a 1949.
La tierra esba en manos de grandes estancieros, que daban pequeñas parcelas, en arrendamiento para uso exclusivamente agrícola. Sólo el 10 por ciento de la superficie arrendada (y a veces menos), estaba permitido destinarla a la ganadería, ya que era ocupada por la manutención de los animales necesarios para efectuar las tareas de labranza (en su mayoría realizadas con tracción a sangre). Los contratos no duraban más de cinco años, situación que se traducía en una gran movilidad de los productores rurales, quienes por esa misma razón se veían obligados a habitar en improvisadas viviendas que ellos mismos construían.
La mencionada caída de los precios de los cereales, unidos a un aumento de los precios de la carne, llevó a que los propietarios de la tierra, después de haber disfrutado de los beneficios del sistema de arrendamiento, decidieran desentenderse de los productores agrícolas, para volcarse a la actividad ganadera, demandante de menor mano de obra. La expulsión de los arrendatarios se vio favorecida porque la mayor parte de los contratos no estaba realizada en forma escrita.
De esta forma, las condiciones de vida de los productores agrícolas empeoraron, impulsándolos incluso al abandono de las actividades rurales, destinándose cada vez mayor cantidad de tierra para uso ganadero en detrimento de la agricultura.
Una nota publicada en el diario "Crítica", el 8 de noviembre de 1941, nos ilustra acerca de esta situación: "Con frecuencia creciente, anuncian los diarios del país el desalojo en masa de colonos (nombre que se les solía dar a los arrendatarios agrícolas). Esas noticias constituyen verdaderos mojones que indican el camino doloroso que le ha tocado seguir a nuestro trabajador rural. Unas veces porque las cosechas se han perdido, otras porque el rendimiento de la tierra es bueno, pero los precios son malos, frecuentemente porque las vacas producen más que los agricultores, los colonos se encuentran con que no pueden cumplir sus compromisos o con que, cumpliéndolos, el dueño de la tierra se niega a renovar los contratos de arrendamientos. Y el hombre que pasó tal vez décadas junto a esa tierra, que no es suya, que vio nacer en ella a sus hijos e invirtió en ranchos, pozos y molino cuanto tenía, debe levantar sus chapas y deambular como un gitano por los caminos..."
Los continuos conflictos a que daba lugar esta situación, sumado a un ya creciente proceso de despoblamiento rural, que aumentaba los problemas de las ciudades, llevó a instalar en el debate público los temas referidos a la estructura de la propiedad de la tierra. Esta se encontraba excesivamente concentrada en pocas manos y se empezó a avizorar la necesidad de arraigar al productor a la tierra, dándola en propiedad.
En ese sentido desde el gobierno se toman diversas medidas, como la ley que permitió el congelamiento de los arrendamientos, de escaso cumplimiento, la aplicación de mayores impuestos a la gran propiedad, especialmente a las compañías extranjeras, etc.
Finalmente se intenta resolver el problema a través de planes de colonización, que no fueron lo suficientemente extensos como para abarcar a todos los productores agrícolas. En un primer momento se implementaron directamente por el Consejo Agrario Nacional, creado en 1940 y a partir de 1946, a través de los Bancos de la Nación Argentina e Hipotecario Nacional. La tierra que se daba en colonato era fiscal o bien se adquiría a través de licitaciones públicas, en algunos casos fueron expropiadas, especialmente las tierras improductivas pertenecientes a compañías extranjeras. En realidad, no se modificó demasiado la estructura agraria, ya que los grandes terratenientes no resultaron mayormente afectados.
La política de colonización tenía por objetivo fomentar los asentamientos rurales sobre la base de la explotación familiar, convirtiendo en propietarios de la tierra a quienes la trabajaban, intentando con ello disminuir la pobreza rural. Con esta finalidad se establecieron apropiados planes de financiación, en plazos que iban desde los 15 a los 17 años, con intereses del 7 al 9 por ciento, con cuotas anuales y vencidas, para que el productor pudiera hacer frente a sus obligaciones a partir de su esfuerzo personal.
Estaba orientada al desarrollo en colonias hortícolas, tamberas y granjeras, por ser las de mayor rendimiento económico, ubicadas en proximidad de los núcleos de población.
En este marco se dicta la ley 12.636 que dará lugar a diversos planes de colonización. Para poder acceder a estos planes se debía cumplir con los siguientes requisitos:
A) ser productor agropecuario o hijo de productor que colaborara en las actividades rurales.
B) No ser propietario de la tierra.
C) Tener como mínimo 20 años de edad.
Además tenían prioridad las familias numerosas y aptas para llevar a cabo las actividades rurales, los que vivían en la región y la adjudicación era inmediata para aquellos arrendatarios que ocupaban las tierras comprendidas dentro del régimen de colonización.
En contrapartida, los beneficiarios tenían ciertas obligaciones, como residir en el predio, trabajando personalmente y forestar durante los primeros cinco años.
En la zona, los planes de colonias agrícolas que se establecieron fueron: "El Rincón del Carpincho", en el campo "Los Huesos, en Baigorrita; la colonia "La Velita", en General Villegas; y la colonia "El Morito", en El Triunfo.
La colonia "Rincón del Carpincho" tiene sus orígenes hacia fines de los ´40, cuando el gobierno nacional expropia las tierras pertenecientes a la Compañía Argentina de Inversiones Financieras -de orígen extranjero- ubicadas en el sector sudoeste del partido de Junín, próxima a la localidad de Laplacette, adyacente a la laguna de Gómez.
Esta estancia pertenecía anteriormente a la Familia Couget, quien explotaba la actividad ganadera, especialmente tambos y agricultura, a través del mencionado sistema de arrendamiento. Posteriormente, una serie de reveses económicos, empujaron a esta familia a la venta de la misma a la firma CAIF.
Las tierras que pertenecían a la CAIF, se subdividen en 42 parcelas, que son entregadas a los productores a través de un contrato de arrendamiento con opción a compra, para lo cual las sumas entregadas en concepto de pago de arrendamiento serían acreditadas en el momento de hacerse efectiva la adquisición.
De esta forma se instalan 41 familias, que teniendo en cuenta que muchas veces se trataba de familias numerosas, significó la radicación de 284 personas que causarán un gran impacto en la zona, otorgándole un gran dinamismo.
Los predios correspondiente al casco de la vieja estancia y de la Cremería, permanecieron en propiedad del Consejo Agrario Nacional. En el primero de los edificios mencionados se instaló el administrador de la Colonia "El Rincón del Carpincho", dependiente del Banco de la Nación Argentina, tenía como finalidad velar por el normal funcionamiento de las colonias y actuar como nexo entre los productores y las autoridades del gobierno. Algunos administradores fueron Mario de la Fuente, Olivera, Cervat y Sassemberg.
Los colonos fueron pagando las cuotas año tras año, hasta que finalmente, después de 15 años, se transformaron en dueños de la tierra. Las ajudicaciones definitivas se efectivizaron alrededor del año 1966. A partir de ese momento el productor se comprometía a continuar residiendo en la explotación por un período mínimo de cinco años, durante el cual no podía ni venderla ni hipotecarla.
Que bueno que tengamos un blog de este tipo, algo que nos identifique dentro del mundo bloguero.
ResponderEliminarÉxitos, Daniel Rossetti
Daniel, muchas gracias por tu comentario. La idea es ponerlo al servicio de todos los habitantes de esta nuestra querida ciudad.
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