Historias míticas de Junín: Los primeros monumentos



Por Rody Moirón
Para La Máquina del Tiempo

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La ciudad de Junín posee numerosos y variados monumentos. De muchos de ellos se conoce el origen de su proyecto y hasta sus creadores. La estatua de Leandro N. Alem es una obra del año 1918 del artista local Ángel María de Rosa. En la plaza Eusebio Marsilla se encuentra una imagen del “Caballero del camino” con el malogrado Daniel Urrutia en brazos, recreando el día del accidente de Fangio en Huanchasco. Y en la avenida San Martín hay un busto de Carlos Gardel, obra de Cesar Sioli y Antonio Latorraca. Pero quizás el más imponente sea la estatua de San Martín, ubicada en la plaza 25 de Mayo, que es una réplica de la que se encuentra en Buenos Aires y que fuera realizada por el escultor francés Louis Joseph Daumas.
Pero de todos los monumentos de la ciudad hay dos que están encerrados en un halo de misterio. Uno es el obelisco de la plaza 9 de Julio, que nos sigue acompañando en estos días. El otro era la pirámide de la plaza 25 de Mayo, demolida en 1909.
Arqueólogos y antropólogos aun no se han puesto de acuerdo acerca de la naturaleza de su construcción y brindan explicaciones vagas sobre cómo, en épocas en que la tecnología era primitiva, pudieron construirse semejantes piezas megalíticas y erguirlas en sus lugares de exposición.
El obelisco es una obra majestuosa tallada en una sola roca gigante a la cual se le dio forma y se la ahuecó. Las teorías acerca de su construcción son varias. La más aceptada es la del antropólogo senegalés Abbodulaye Allegre quien sostiene que el monolito fue realizado en las sierras de Tandilia y transportado hasta Junín mediante un sistema que consistía en una tropilla de caballos bretones, que tiraban del obelisco acostado, mientras indios querandíes esclavizados le iban poniendo troncos a su paso.
La naturaleza de la realización de la pirámide todo es un misterio.
Pero durante la década del cincuenta hubieron varios mitos urbanos, hoy perdidos en el tiempo, que hablaban de un origen alienígena de ambos monumentos.
Fabio Felpa, un ornitólogo de calle Mariano Moreno que terminó sus días en una clínica de Open Door, afirmaba que el obelisco era la antena de una nave extraterrestre enterrada bajo la plaza. En una carta de lectores publicada en la ya desaparecida revista “Rostros y antifaces”, el hombre decía: no es casual que las aristas de la pirámide apunten exactamente a cada uno de los puntos cardinales, con una desviación inferior a un radián. Y en otro párrafo aseveraba: en una estancia de la zona del paraje Santa Rosa hay un silo, el “silo 15”, dentro del cual funciona una organización gubernamental secreta que tiene prisionero a un extraterrestre y están estudiando su nave averiada.
Quizá la evidencia más creíble sobre el misterio de ambas construcciones, sea la que remite a “los manuscritos de la laguna Mar Chiquita”, unos papiros enrollados, encontrados en una cueva cercana al puente Morote.
En dicha gruta pueden verse pinturas rupestres en las que están representados unas extrañas naves y unos homínidos raros que tienen más cabeza que asentaderas.
Los rollos fueron hallados por un grupo de arrieros que trashumaban por el lugar. Uno de ellos, Zopanor Verduro Corbalán, asiduo beneficiario de las grapas pendientes que los parroquianos solían dejar en las pulperías, dio un extenso reportaje publicado en el efímero periódico “El pregón de Bayauca”, que decía:
“Periodista:- ¿Por qué vino a vivir a Bayauca?
Zopanor:-Por julepe. Todos mis compañeros están muertos.
Periodista:- ¿Y por qué cree que lo están?
Zopanor:- ¡Loj han achurao! No hay ni duda de eso.
Periodista:- ¿Por qué?
Zopanor:-Por lo que encontramos en el Morote.
Periodista:- ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Nos puede hablar de eso?
Zopanor:-Juíbamos con un arreo de hacienda cimarrona. Juimos el Sapo Flandria, juimos Rosalmel Laspalda, juimos el Bicho Lastra, juimos el Mercedino Morán y sus tres hijos. 
Periodista:- ¡Fuimos!
Zopanor:- ¡No! ¡Usted no jue!
Periodista:- ¡Continúe por favor!
Zopanor:-Habíamos llegado al Morote y se largó una tormenta con unoj rayos que noj hacían rejucilar el upite. Entonces nos refugiamos en una cueva. Y en la cueva encontramoj el papelaje.
Periodista:- ¿Cuántos rollos eran?
Zopanor:-Como veinte. Pero a muchos los reciclaron loj hijo del Mercedino que andaban flojos del triperío.
Periodista:- ¿Cuántos rollos se salvaron?
Zopanor:-Trej.
Periodista:- ¿Y qué tenían escrito?
Zopanor:-No sé, era inlijibles. Tenían unoj dibujitos, también.
Periodista:- ¿De qué eran?
Zopanor:-Eran como unoj supositorios que largaban fuego por el culo.
Periodista:- ¿Qué hicieron con los rollos?
Zopanor:-Se loj dimo a laj autoridade.

Periodista:- ¿Y qué pasó con ellos?
Zopanor:-No sé bien. Dicen que loj ocultaron en una casita construida en una plaza.
Periodista:- ¿Y a ustedes qué les dijeron?
Zopanor:-Ni nada. Noj largaron con el rebenque bajo el brazo. Y de ahí empezaron a perecer mis paisano.”
El testimonio de Corbalán, para algunos, fue esclarecedor acerca de la teoría que decía que el obelisco y la pirámide fueron obras concebidas por seres extraterrestres, que las autoridades supieron eso y que ocultaron los manuscritos en la casita de Tucumán que estaba en la plaza 9 de Julio.
Hoy en día pocas evidencias podemos hallar de aquella aseveración. La pirámide fue destruida y la casita no existe más. El obelisco no tiene puerta de acceso y en el Google Earth hay una zona ciega sobre el paraje Santa Rosa.
Cuando se demolió la pirámide de la plaza 25 de Mayo, en su base, se encontró un cofre de zinc de treinta por cuarenta centímetros, que en su interior tenía una pieza de mármol con la inscripción "Municipalidad de Junín - Febrero 3 de 1869", una botella, una medalla, una moneda de dos liras y una remachadora Pop.

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