Confitería 9 de Julio: el eterno símbolo de una época

La “9 de Julio”, lugar de encuentros, de “rateadas”, billar y miles de historias. La tradicional confitería de Gandini y Roque Sáenz Peña forma parte de los sitios imborrables de los juninenses.




En diciembre, pero del año 1926, concretamente el viernes 24 de diciembre -de acuerdo a los apuntes del historiador Roberto Carlos Dimarco- en la esquina de Roque Sáenz Peña y Vicente Gandini se inaugura el nuevo edificio de la Confitería 9 de Julio; fueron sus propietarios los hermanos Puricelli. Este tradicional comercio fue inaugurado en el año 1903.

En noviembre de 2011, dialogué con familiares de Angel Norberto Puricelli, el último dueño recreando la historia de esta tradicional confitería juninense, al menos en el pasado reciente desde la década del ´70 hasta su cierre definitiva, promediando la década del ´90.

“Recuerdo las escaleras al entrepiso, los mozos (Chileti, uno de ellos?), los cafecitos a la salida del Profesorado Junín, las nochecitas con las mesas en la vereda, la vuelta obligada por allí!!!! Y ahí "me le declaré" (qué antigüedad!!) a mi marido”; “Cerró la 9 de Julio y Junín se quedo sin licuados de banana. simplemente geniales”; “Nuestra juventud fue un hermoso paso obligado por esa confitería”; “licuados pool y ratas de la industrial, una vez me afanaron una carpeta mientras jugábamos”; “ El cortadito y el licuado de banana durante el día. A la noche: vino blanco riojano! Jugaba todas las noches al mini”; “Iba todos los días con un grupo de amigos, me acuerdo de doña Rosa en la caja y de "Chileti" en la barra. Con Angelito compartíamos algún café y jugábamos al ping-pong en el subsuelo”; “Cómo olvidar el super licuado de banana !!!Y la pantalla donde se proyectaban publicidades !! !!!Flor de herencia te dejó tu viejo !!!La mas valiosa, la del afecto de la gente que vivió momentos imborrables en esa tradicional esquina juninense”...


Decenas de estos testimonios se repiten en facebook, en el sitio “Si sos de Junín no podes olvidarte de...” Pero desde antes de la revolución en las comunicaciones de las redes sociales de internet, esas mismas frases se escuchaban en cada reencuentro de quienes protagonizaron y compartieron esos años de la “9 de Julio”. En esa esquina, una de las tantas esquinas mágicas y con recuerdos que tiene nuestra ciudad, de Gandini y Roque Sáenz Peña, donde se tejieron miles de anécdotas e historias personales.

Una historia en dos partes

A partir de esos comentarios donde se puede descubrir la emoción y la nostalgia de quienes fueron sus protagonistas, dialogue en 2011 con la esposa de Angel Norberto Puricelli –quien fue el continuador de la historia de la “9 de Julio” desde la década del ´70 hasta la primera mitad de 1996- María del Carmen, y sus hijas: Isabel, Mariana y Graciela. Alicia Beatriz –la mayor- es la cuarta hermana pero vive en la ciudad de La Plata.

Como se dijo, la historia de la “9 de Julio” tiene dos partes. La primera arranca entre los años ´30 y ´40 donde José Puricelli, tío de Angel Norberto, levantó el inmueble, continuando luego su hermano Angel con bar y fábrica de masas. Por los ´60, el bar se cerró y quedó funcionando solamente la fábrica de masas.
A fines de noviembre de 1970, Angel Norberto Puricelli y su cuñado, de apellido Giecco, reabrieron la confitería de estar. Es en ese momento donde comienza la segunda etapa de la historia que intentamos reconstruir en estas líneas.

“Hay mucha gente que recuerda la fábrica de masas y el servicio de lunch, además de la confitería”, destacó Isabel quien relató que el lugar fue siempre un sitio de encuentro de juninenses, un lugar de referencia.

Una de las características de la confitería era una pantalla ubicada en el exterior del inmueble, sobre Sáenz Peña, donde se proyectaban publicidad.

“Vino un muchacho –rememoró María del Carmen- que llegó con la propuesta, fue aceptada y así estuvo mucho tiempo, inclusive bastante después que dejó de funcionar. En Junín era la primera y creo que la única”.

Recuerdos imborrables
La familia Puricelli que reconstruyó la historia de lo
 que fue un hito en nuestra ciudad.

Angel, el continuador de esta historia que arrancó allá por los ´30 y los ´40, falleció hace seis años, pero su familia conserva tesoros invaluables como fotografías en blanco y negro y algunos elementos, como algunas de las copas en las que se servían los famosos licuados, palos de pool, una coctelera, entre otros elementos que formaron parte de esas vivencias narradas por juninenses que fueron protagonistas de este tiempo.
Isabel, protagonista de varias “andanzas” infantiles junto a sus hermanas que dejaban sus huellas en las exquisiteces de la fábrica de masas, también trabajó junto a su papá, a finales del ´80 y recordó que el lugar estaba abierto “hasta que no había nadie, pero los fines de semana todo se prolongaba hasta más allá de las 6 y media de la mañana para recibir a quienes salían del baile” destacando que pasaron también artistas y celebridades nacionales como, por ejemplo, los “Pimpinella” en una de sus periódicos espectáculos realizados en nuestra ciudad.

“El vermouth, a la salida de misa, era también un motivo de convocatoria”, recordaron durante el diálogo, ameno, entretenido, no exento de emoción, por supuesto.
“Hubo una época en que para las fiestas de fin de año, las parejas iban a la confitería y hacían tiempo para el boliche. Hacían la “previa”, a las 3 se iban a bailar y después volvían para tomarse el cafecito, el licuado o el emparedado”, rememoró María del Carmen.

La esquina, hoy

Luego de un tiempo de estar cerrado, el inmueble –declarado patrimonio histórico de la ciudad- fue vendido y el espacio original que ocupaba la confitería, se subdividió y la parte más amplia es ocupada por la empresa Movistar, pero aún conserva el techo original.

Ese techo que cobijó durante años a miles de juninenses con sus momentos imborrables.
También se conserva –comentó Isabel- un horno a carbón, monumento del pasado que convive junto a las oficinas erigidas en la actualidad.

Y así se fue tejiendo esta historia. Reconstruirla era una deuda para nuestros lectores, con la misma familia Puricelli, pero también con uno mismo.

Hace tiempo me preguntaron cuánto hacía que había cerrado la “9 de Julio”. Enseguida les respondí: nunca cerró, sigue abierta en la memoria y el corazón de miles de juninenses que aún disfrutan de sus licuados y sus sandwiches, sus historias y anécdotas.




















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