Memorias de la guerra: Qué pasó con los heridos del Grupo de Artillería 101

Cómo fueron traídos al contienente. Su atención. Las diez operaciones realizadas al soldado Lucero, de Trenque Lauquen. Los relatos de Adrián Polo y Aldo Darío López. Las dificultades para embarcar al Camberra. En la foto, veteranos de guerra del GA 101 en la actual plaza "Veteranos de Malvinas" (ex Fuerzas Armadas)





(Fuente: "Así Combatimos". La historia de los cañones de Junín en la Guerra de Malvinas, G.A. 10 - 2012, Edit. las Tres Lagunas)

El 12 de junio de 1982, durante un ataque por bombarderos británicos a la posición de uno de los cañones del Grupo de Artillería 101 -a cargo del entonces cabo primero Omar Liborio- el soldado Juan Lucero fue sorprendido al lado de una rueda. Literalmente lo perforaron, resultando herido de gravedad.Al soldado Polo le provocaron cortes en la pierna y en el hombro. Al soldado Darío López, heridas importantes en una mano. Al soldado Hernández, cortes en uno de los dedos de la mano. Al soldado Julio Báez, heridas en una pierna y al jefe de pieza, una le cortó le mentón, sufrió un corte profundo en la espalda que le rozó el pulmón. Otra lo alcanzó en la parte posterior de la pierna derecha. Esta última se alojó entre nervios y tendones, lo que le provocó muchísimo dolor impidiéndole todo movimiento.

Durante la madrugada del 13 de junio de 1982, los efectivos militares  heridos en combate durante las acciones bélicas son evacuados por vía aérea. Es el caso de los soldados Adrián Polo y Juan Lucero, pertenecientes al Grupo de Artillería 101. El avión Hércules hace una escala en Río Gallegos, donde personal médico efectúa una revista, administra medicamentos y comida a los heridos y continúan en vuelo hacia Comodoro Rivadavia. Así sería internado Lucero. En ese hospital y dado lo serio de sus lesiones debió ser intervenido en nueve oportunidades. Luego vendría el traslado al Hospital Militar de Campo de Mayo donde es operado una vez más.  Una idea de la gravedad de las heridas de Lucero lo da el hecho de que, tras todas las operaciones que le practicaron , permaneció internado en el Hospital Militar Central por cuatro largos meses, hasta que el 18 de noviembre de 1982 es pasado a una sala común.

Aproximándose las fiestas de fin de año y en un gesto digno de valorar, las autoridades municipales de Trenque Lauquen -de donde Lucero es originario- realizan las gestiones y se hacen cargo de este joven soldado retirándolo de dicho nosocomio y trasladándolo a su ciudad para que comparta la Navidad y el Año Nuevo junto a su familia. Regresa a Comodoro Rivadavia el 11 de enero de 1983, oportunidad en que es dado definitivamente de alta.

Las vueltas de la vida le tendrían preparado a este veterano algunas sorpresas. Así, mientras estuvo en este Hospital recibió la visita de varias personas que realizaban voluntariamente la visita a enfermos. En una oportunidad recibió la visita de una señorita que luego sería su esposa y madre de sus tres hijos. Lucero dice que esa es una de sus "secuelas de guerra".

ADRIAN POLO: "TENIAMOS LA ALEGRIA DE ESTAR VIVOS, MEZCLADA CON LA TRISTEZA DE NUESTROS MUERTOS"

Una vez en Comodoro Rivadavia, Adrián Polo es internado en el Hospital regional de esa ciudad. Allí permanece dos días antes de ser evacuado al Hospital Naval Puerto Belgrano y de allí al Hospital Regional Bahía Blanca. En este último estuvo internado doce días. Al respecto cuenta:

"Recuerdo la gente que venía todos los días a visitarnos y nos traía regalos y comida. Teníamos la alegría de estar vivos, mezclada con la tristeza de nuestros muertos, con la angustia de la derrota y ese sentimiento de fracaso que aún no ha cambiado a través de tantos años.

La gente era maravillosa. Todos iban allá para ayudar. Una enfermera me compró una radio para que pudiera escuchar. Lo que se veía sin embargo era malo, personas sin piernas, pies de trinchera...

Ahí fue donde recibí la visita de mi viejo y lo ví por primera vez. Mi mamá no pudo venir porque estaba internada en Pergamino con pulmonía.  Fue tremendo ese encuentro con mi viejo. Mis padres nunca supieron que yo había estado en Malvinas. Yo cuando crucé a las islas tenía la opción de avisar, de hecho cuando estábamos en el sur siempre me comunicaba con mi familia; se imaginaron que había cruzado porque deje de comunicarme, yo le pedí, me acuerdo, a los que quedaron en el sur que nunca les dijeran la verdad. Yo sabía que no lo iban a hacer porque no había información para la familia pero... ¿Qué le iba a decir yo a mis padres? ¿Qué iba a la guerra? Los mataba así que yo jamás me comuniqué con ellos para eso.

Fue un encuentro muy emotivo, llegó por el solo presentimiento que tienen las madres. Es más, mi vieja le decía al viejo que yo estaba en la guerra "porque nos dejó de hablar". Ellos lllamaban al sur y nadie les decía nada. Entonces ella se dió cuenta que yo estaba en Malvinas.

Yo le dejé a un compañero, Carlos Beneite, que quedó en el continente un banderín con un escrito para mi viejo, que si no volvía, él era el encargado de entregárselo. La alegría de la vida quiso que cuando yo retorné a Buenos Aires, al año apareció en mi casa con el banderín y me lo dio a mí para que yo sea quien se lo diera a mi viejo. A los pocos años perdí a mi mamá así que son las cosas que no se olvidan más".

Repuesto de las heridas más graves, el soldado Polo es trasladado al CARI (Centro de Asistencia y Recuperación Integral), un centro de rehabilitación en Campo de Mayo, donde permaneció por varios días. Nos dice al respecto:

"En Campo de Mayo no hacía nada. Estábamos en una cuadra bien atendidos, realmente bien. Me parece que hubo apoyo psicológico. Tuve charlas con algunos psicólogos en el banco en un parque".


LOS OTROS HERIDOS



Los heridos que no pudieron ser evacuados por vía aérea fueron trasladados al continente a bordo del Buque Hospital ARA Almirante Irizar (foto) que llegó a Puerto Argentino el 9 de junio. Contaba con dos helicópteros sanitarios de la Armada del tipo Sea King. Partiría rumbo al continente con 420 heridos que había recibido y tratado en sus camarotes.

El traslado sucedió el 15 de junio. Viajaron en camarotes y hasta en la bodega del buque. El clima y estado de ánimo allí era muy bueno. Nadie los interrogó debido a que la tripulación era argentina. Sin embargo, los controles para embarcar eran británicos -fue el día siguiente de la rendición- Se les permitió conservar todos los efectos personales, excepto elementos cortantes y armas de fuego, los que fueron requisados antes de subir.

Durante la requisa el entonces cabo primero Liborio, quien portaba la brújula que le regalaran el hospital de Puerto Argentino, se le ordena entregar este elemento. Liborio se niega siendo auxiliado en el diálogo por un capitán que hablaba inglés, exponiendo la forma en que recibe el objeto, a lo que el personal inglés lo aparta de la fila haciendo que el resto continúe embarcando.

Podrá comprenderse la situación por la que pasó este hombre. Estando tan cerca de embarcarse para volver a casa, ahora se lo veía impedido de hacerlo. Por suerte y luego de un rato regresa el hombre de la requisa y lo autoriza a embarcar con brújula y todo.

Embarcar no fue tampoco tarea fácil. Al principio se utilizaron barcazas que se colocaban al lado del buque. Allí había redes que colgaban al costado del barco. Había que subir por ellas, algo que no era fácil debido al movimiento del mar y principalmente porque los que estaban subiendo eran heridos. El peligro era caer al agua helada y quedar entre los dos cascos.

Los más graves o imposibilitados de hacer este ascenso por la red eran subidos por la tripulación por medio de camillas rígidas ayudados por algunos aparejos y grúas. Asimismo fueron utilizados helicópteros aunque esta tarea tampoco fue fácil debido al viento, la lluvia y el movimiento del mar. Llegar al buque como puede verse no fue fácil. Algunos incluso debieron ser transportados por arneses que se les colocaban en tierra y les eran retirados en la cubierta o sector de aterrizaje del buque.

Tal fue el caso de uno de los soldados del Grupo de Artillería 101, Aldo Darío López, quien recuerda:
"El buque no podía entrar en el puerto, así que estaba alejado de la costa. Algunos heridos eran llevados en barcazas teniendo que subir por redes que estaban a los costados. . pero cuando me toca a mí, creo que debido al viento y al mal clima en general que hizo muy peligroso esto, me pusieron un arnés, me subió un helicóptero y me llevó colgando hasta el barco. Fue un vuelo cortito pero raro ya que uno no esperaba que lo subieran de esa manera. Así dejé el suelo malvinense.

En el buque nos acomodaron en una bodega. Había mucha gente, los que estaban conmigo eran todos heridos leves. Dormimos en el piso. Yo utilicé mi campera como almohada. Estábamos con la misma ropa de siempre. Aún no nos habíamos podido bañar. Allí me encontré con Santiago Hernández, quedándonos juntos en el viaje al continente".






Comentarios


 



 



 


 







 


LA ACTUALIDAD