1945: Los primeros días de aquel octubre que cambiaría la historia del país

El pedido de Eva a Mercante para que no deje solo a Perón. Los intentos de desplazamiento encabezados por el general Eduardo Avalos. Planes conspirativos.


En los primeros minutos del miércoles 17 de octubre de 1945 una marea humana comienza a movilizarse en aquella ciudad de Buenos Aires de sectores medios y altos: son los trabajadores del gran Buenos Aires que en los últimos dos años vieron mejorar sus ingresos y su condición social por el notable incremento de la actividad industrial y por la llegada a la secretaría de Trabajo y Previsión Social del Coronel Perón, detenido en ese momento en la Isla Martín García. El "coronel del pueblo" había logrado inéditas mejoras en las condiciones legales y sociales de los trabajadores como la conformación de los tribunales laborales, las vacaciones pagas, el aguinaldo y la licencia por maternidad.

Estos avances inquietan profundamente a los sectores de poder que impulsan un golpe interno su contra para desplazarlo de sus tres cargos: vicepresidente de la Nación, secretario de Trabajo y Prveision y Ministro de Guerra y tenerlo bajo la órbita del Ejército. Los jefes visibles de esta conspiración cívico-militar son el general de Brigada Eduardo Jorge Avalos y el jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Héctor Bernengo Lima.

Pero cómo se llega a ese momento histórico que marcaría un antes y un después y donde ya nada será igual en la historia argentina.

Con el despunte del mes de octubre se produce una agudización del quebrantado frente interno del Ejército, pues desde el 25 de septiembre había acuartelamiento en Campo de Mayo. A ello se sumó el conflicto universitario, además de la confrontación con la Corte Suprema por la separación del cargo del juez federal de Córdoba, doctor Barroco Mármol, acusado de poner en libertad a conspiradores.

El sábado 6 de octubre, Oscar Lorenzo Mariano Nicolini, se hizo cargo de la secretaría de Comunicaciones. Fue un acto de gobierno de significado puramente burocrático que precipitó la reacción.

 




La oficialidad de Campo de Mayo elevó al General Eduardo Avalos -jefe de la más poderosa guarnición militar y con aspiraciones presidenciales con apoyo de la U.C.R.- para desplazar al coronel de todas sus funciones, convocar de inmediato a elecciones y concretar comicios "absolutamente libres".

Por aquellos días Mercante, a pedido de Eva, duerme en el departamento de Perón, porque ella temía un atentado.

Era el lunes 8, estaban listos para avanzar sobre Buenos Aires, y el coronel Franklin Lucero, como secretario del Ministerio de Guerra, presentaba una Orden de Operaciones con el propósito de reprimir

El presidente Farrel finalmente aceptó las condiciones y una comisión comunicó a Perón en su sede ministerial de Viamonte 1816 que debía renunciar. Y él redactó además, de puño y letra, la solicitud de retiro. La oposicion lo había desplazado y de esa manera pretendía desarticular una política social basada en mecanismos que mejoraban la estabilidad en el empleo, aumentaba los salarios, implementaba los convenios colectivos, aseguraba feriados y vacaciones anuales pagas, extendía los beneficios jubilatorios y previsionales en general, creaba tribunales de trabajo y ofracía protección al trabajador rural.

La soledad de aquel escritorio era escenario de la derrota, sin derramamiento de sangre: "Di gracias a Dios por haberme permitido hacerlo sin sacrificar una sola vida en el holocausto de la irreflexión o el apasionamiento", dirá luego. Aseguró así el advenimiento del 17 de octubre.




ASESINAR A PERON

En el seno del Ejército se había generado un estado deliberativo espontáneo.

Desde meses atrás se estaba gestando una conjura contra la vida del entonces ministro de Guerra. Un plan secreto que preparó el coronel Manuel A. Mora -profesor de Logística- con la colaboración de algunos capitantes, pretendía asesinar a Perón que presidiría la iniciación de un curso sobre energía atómica en la Escuela Superior de Guerra, de avenida Luis María Campos, el día 9.

La conspiración fracasó cuando Juan Domingo Perón, a último momento, decidió no asistir al acto. En horas de la tarde entregó su dimisión manuscrita al general Pistarini.

Durante la jornada, Quijano y el resto del gabinete renunciaron, no sin antes firmar el decreto convocando a elecciones generales para abril de 1946. Los varios sucesos que empañaron los recientes festejos de su cumpleaños, provocaron el diseño de un proyecto que consideraba la alternativa de que la pareja abandonara e pais con el propósito de pasar a la Banda oriental del Río de La Plata y de allí al Brasil.

(Fuente consultada: Evita Casamiento en Junín, autores: Roberto Carlos Di Marco y Héctor Daniel Vargas, noviembre de 1995)














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