18 de marzo de 1972: Es asesinado en Junín el dirigente sindical ferroviario José Raúl "El Gringo" Piva

 


Fue en un ataque ocurrido en la zona céntrica juninense. Roque Narvaja lo recuerda con una canción. Su hija, Alicia, destacó que "el verdadero homenaje se lo hace la gente que lo recuerda con cariño y, sobre todo, con respeto. Había nacido en Rivadavia -Estación América- el 19 de abril de 1924. Lo asesinaron el 18 de marzo de 1972, a los 47 años. Se llamaba José Raúl Piva. Le decían “El Gringo”. El recuerdo de sus compañeros ferroviarios.


El sábado 18 de marzo de 1972 fue asesinado en las cercanías de la Sociedad Italiana de Junín en calle Belgrano, el dirigente sindical ferroviario José Raúl Piva, cuando se dirigía a una nota en los estudios del desaparecido canal de circuito cerrado de televisión Canal 2 de Junín y salía de una entrevista anterior en los estudios de LT 20 Radio Junín. Era miembro de las 62 organizaciones. Pocos días antes de las elecciones del gremio fue asesinado en un atentado en el segundo año de una década marcada por la violencia política en el país.

Radio Gráfica,  medio autogestivo fundado a partir de la recuperación de los ex Talleres Conforti en Barracas, actual Cooperativa Gráfica Patricios. Asociada al Foro Argentino de Radios Comunitarias, y que brinda una programación diaria diversa, con gran participación comunitaria, tiene en su sitio web un podcast dedicado al dirigente sindical ferroviario juninense.



Al cumplirse 40 años del ataque que acabó con la vida de su padre, su hija, Alicia Piva, publicó en los medios juninenses una nota donde se refiere al trágico acontecimiento que quedó marcado en la historia juninense:

"Puedo decir con certeza que mi viejo era un buen tipo. Lo acredita la gente con quien me encuentro en la calle y me habla de su espíritu solidario, de su solidez intelectual, de sus valores, de la integridad con que compatibilizaba lo que pensaba y su comportamiento en la vida, de la claridad con que se expresaba y el coraje con que afrontaba la lucha por sus ideales –era un peronista de los que casi se han extinguido- y la defensa de sus compañeros ferroviarios, a los que ayudaba sin preguntar su ideología y sin pedir favores a cambio. 

Andaba siempre sin un peso: ni bien cobraba el sueldo se lo daba a mi madre que, además de aportar a la casa con su propio trabajo de pantalonera y camisera, era la que administraba. Era ella la que le compraba los cartones de cigarrillos y le tiraba unos mangos para la nafta de un viejo Buick, primero, y luego de un Gordini. El viejo no necesitaba más que eso. Trabajaba ocho horas en las oficinas del Ferrocarril y luego hacía política, sobre todo gremial, desde la Unión Ferroviaria (UF). 

Redactaba las cartas para quienes solicitaban algo, hablaba con los jefes si le hacían un reclamo, se instalaba a las 4 de la mañana en la puerta de los Talleres en los días de paro, instando a sus compañeros a adherirse y en las asambleas del gremio fundamentaba con contundencia -según me contaron algunos ferroviarios que no eran “de su mismo palo”-. 

Fue despedido y reincorporado, perseguido por la Policía y ayudado por algún comisario amigo que le avisaba si lo iban a buscar. Defendió con uñas y dientes –y con mucho fundamento- un intento de traslado de las Oficinas de la calle Sarmiento y Newbery a Buenos Aires, que hubiera dejado en la calle a 300 familias y, de haber estado vivo, hubiera puesto la cara y el cuerpo cuando los neoliberales, con la complicidad de muchos dirigentes ferroviarios, arrasaron con todo. 

Se ganó el respeto de propios y ajenos. Por enero del ´72, en una noche calurosa, tocaron el timbre en casa como a la una y media de la mañana. Venían a tentarlo con una valija llena de billetes y un departamento en Buenos Aires para que se pasara de lista. Los sacó carpiendo. 

Pero el que tiene conducta y va de la mano de la honestidad, también cosecha enemigos. Durante algunos años hizo relevos como jerárquico sin tener nombramiento, hasta que a principios de marzo del ‘72 le llegó la efectividad como Jefe de Oficina 4a. Esta situación significó que dejara de pertenecer al gremio por el que tanto había luchado. Sin embargo, no lo alejó de sus principios en defensa de los trabajadores ferroviarios. 

Días después, el 19, había elecciones internas en la Unión Ferroviaria y los dirigentes de su lista, conociendo su ascendencia sobre la gente de toda la línea del San Martín, le pidieron que les diera una mano. El 18 de marzo viajaron a Junín Lorenzo Pepe, el Dr. Corona, abogado de la UF y otro dirigente de apellido Cortés. “Los ayudo, pero después vamos a hablar de algunas cosas que no me gustan”, les dijo mi viejo. 

Pepe le contó que había recibido una llamada en la que le dijeron “alguien va a quedar de panza al sol”, que mi viejo minimizó. “Perro que ladra no muerde” fue el refrán que usó. El 18 de marzo llegaron a media tarde, fueron a una entrevista en Radio Junín y luego se encaminaron a pie por Yrigoyen y su continuación, Alsina, hacia el canal de televisión local –lo que hoy es canal 10-. Mi viejo no quería ir. “Estoy hecho un croto . . . con alpargatas. Vayan ustedes, yo me voy a hacer el asado”, les dijo. Pero Pepe insistía en que su presencia era fundamental, que no podía faltar. 

Cuando doblaron por Belgrano frenó bruscamente un auto del que bajaron cinco personas, algunas con armas de mano. Los rodearon. Uno de ellos gritó: “¡Correte Pepe que esto no es para vos!” y lo golpearon en la frente provocándole un corte. A mi viejo le dispararon a quemarropa con una pistola 22 en el corazón. Pepe y los demás que habían venido de afuera huyeron. Sólo quedaron Eduardo Frutos –a quien mi viejo entregó las llaves de casa y del auto- y uno o dos compañeros de Junín.

Algunos vecinos que pasaban lo subieron en el auto de un hombre solidario que no reparó en las manchas que la sangre dejó en su tapizado: el Dr. Fernando Vénere. Al hospital llegó muerto. 

Los “compañeros” que le habían pedido ayuda para la campaña y que lo vieron caer no fueron ni al velatorio. No se ocuparon en ese momento trágico, ni  nunca, de preguntarnos a mi madre, a mi hermana y a mí si necesitábamos algo. Sólo vinieron al tiempo a declarar a tribunales (tampoco recibimos su visita) y años después ¡a hacerle homenajes!

El verdadero homenaje se lo hace la gente que lo recuerda con cariño y, sobre todo, con respeto. Había nacido en Rivadavia -Estación América- el 19 de abril de 1924. Lo asesinaron el 18 de marzo de 1972, a los 47 años. Se llamaba José Raúl Piva. Le decían “El Gringo”.

BALADA PARA PIVA - ROQUE NARVAJA

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Publicado el 1 junio, 2016 

Nombre de mujer para todos esos años
yendo a madrugar penas al ferrocarril
desarmado nomás,
lo mataron en Junín.


Es que la pasión viaja sola en los vagones
se oye una amenaza en el taller número dos
entre los hombres que quieren los hombres
está Perón.


Su mujer cose para afuera
y sus hijas compran sueños en inglés
Piva vive la venganza de los muertos por la espalda
sin saber por qué a él.


Hoy los trenes pasan limitando los andenes
hombres y maniobras viven la era del vapor
y de Piva se acuerdan las sombras
de la estación.


Su mujer ahora cose para afuera
y sus hijas compran sueños en inglés
Piva vive la venganza de los muertos por la espalda
sin saber por qué a él.

EL RECUERDO PERMANENTE

La figura de José Piva como dirigente ferroviario es rescatado por la doctora en Historia , Ana Sagastume en su libro "Imaginarios sociales de los trabajadores ferroviarios de Junín", en un testimonio del dirigentejusticialista y trabajador ferroviario Oscar Bozzini (fallecido): "La huelga del 61 -dijo Bozzini en un testimonio a la periodista y doctora en Historia- acá duró siete días más porque había uno compañeros cesantes y José Piva la estiró para que los reincorporaran. Se bancó los 47 días al frente de la seccional de Junín, era el presidente, luchó. Una barbaridad como amigo y como dirigente, se debía a los compañeros".

Aclara también Ana Sagastume en su libro, como nota al pie, que "aunque no hay ninguna referencia en los diarios de la época al accionar de Piva en los últimos días de huelga, sí aparece este actor como orador y uno de los protagonistas en varios actos ferroviarios, acompañado por otros representantes de la Unión Ferroviaria y de La Fraternidad. Diez años después de la huelga, Piva iba a morir asesinado en la vía pública, en el marco de una disputa por las elecciones entre dos listas de la Unión Ferroviaria, la verde y la azul. De ahí a que Bozzini lo considere un mártir. Concretamente, el 18 de marzo de 1972 José Piva fue acribillado por representantes de la lista azul, mientras acompañaba a Lorenzo Pepe, de la lista verde".

La huelga ferroviaria de 1961 fue un conflicto nacional que duró 42 días y se desarrolló en el marco de un plan de reestructuración ferroviaria del gobierno de Frondizi. El plan, conocido como "Plan Larkin", consistía en: despedir a 70.000 ferroviarios, abandonar el 32% de las vías existentes y reducir a chatarra las locomotoras a vapor, 70.000 vagones y 3.000 coches de pasajeros.

La huelga se inició el 30 de octubre de 1961 y se caracterizó por: manifestaciones, actos de sabotaje, enfrentamientos con las fuerzas policiales, detención y cesantía de obreros. Se levantó con la mediación de la Iglesia, pero la falta de precisiones sobre lo acordado y la baja de 48.000 ferroviarios generaron desconfianza hacia las dirigencias. 

La huelga ferroviaria de 1961 marcó un antes y un después en la historia del ferrocarril y sus pueblos

HOMENAJE EN EL CONCEJO DELIBERANTE A 50 AÑOS DE SU ASESINATO

El concejal Pablo Petraglia recordó la figura de José Piva a 50 años de su asesinato

El concejal Pablo Petraglia (Frente de Todos) presentó una moción de homenaje en la sesión del Concejo Deliberante de marzo de 2022 al cumplirse el viernes 18 de marzo de 2022, los 50 años de lo que calificó como "uno de los hechos más trágicos de la política juninense cuando fue muerto de un tiro a quemarropa un dirigente ferroviario, justicialista: José Raúl "El Gringo" Piva, que fuera parte de muchas luchas de los ferroviarios juninense en la década del 60 y sobre todo a principios de los 70 cuando hubo un plan de reestructuración y se quería levantar el departamento de Mecánica".


LA CRONICA PERIODISTICA DE LA EPOCA

El diario La Verdad, en su edición del domingo 19 de marzo informaba en la nota que "entre los comentarios que se suscitaron luego del sangriento incidente, se dijo que uno del grupo agresor apartó a Lorenzo Pepe y a otros al tiempo que decía: "No para ustedes. Es para éste" refiriéndose a Piya tras lo cual efectuó los disparos. En la refriega, Lorenzo Pepe habría resultado también con un corte en la frente, pero de escasa importancia.

Piva era un veterano activista del peronismo y de las luchas gremiales, habiendo desempeñado distintos cargos en la Unión Ferroviaria. Se desempeñaba como ayudante del jefe de la Sección Tráfico. Tenia constituido su hogar en el Barrio Belgrano y le sobreviven su esposa y dos hijas.

El hecho repercutió intensamente en la ciudad y rápidamente llegó el comentario a los medios de difusión de la Capital Federal, que se interesaron por los detalles del hecho, en razón de a proyección que tiene la figura de Lorenzo Pepe y sus acompañantes, y las insólitas circunstancias del enfrentamiento.

LOS AUTORES

La policía no informó sobre las actuaciones que ha venido realizando, ignorándose por otra parte quienes componían el grupo agresor. Pese a ello trascendió que se estaba a la búsqueda de Heberto Suárez a quien los comentarlos mencionaban como implicados en el hecho".

El martes 21 de marzo, a pesar del trágico y conmocionante episodio, se realizaron las elecciones sindicales de la Unión Ferroviaria, también en el ámbito ferroviario juninense.

El miércoles 22 de marzo volvió a nuestra ciudad esta vez a prestar declaración ante el jefe de la Comisaría Primera y autoridades judiciales el dirigente ferroviario Lorenzo Pepe -el día anterior había sido secuestrado el presidente de la FIAT Argentina, Oberdan Sallustro, otro episodio de la violenta Argentina que se vivía por aquella década-

Lorenzo Pepe falleció el 14 de octubre de 2024. VER MAS SOBRE PEPE


Fragmentos de la tapa del domingo 19 de marzo de 1972 del diario La Verdad































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