La laguna que estaba cerca del Cementerio Central y el cañadón que desembocaba en delta en el río Salado
La creación de Junín y de otros núcleos pampeanos respondió a la trascendente visión de los gobernantes españoles, estimulados a su vez por el vigoroso esfuerzo que ya por aquella época realizaban los criollos entre quienes se destacara don Manuel Belgrano.
Existen al respecto en los archivos, documentos que revena una clara relación de intentos y proyectos desechados sobre esta fundación, sustentados desde la época del virreinato del río de La Plata.
El proyecto que se aprobó en definitiva se basaba en un minucioso y favorable informe que en 1796 había confeccionado el marino y naturalista don Félix de Azara.
Tales trabajos respondían a la exploración y estudio que se le encomendara de esta región desértica, hasta entonces desconocida ya que se deseaba establecer un fuerte militar para que sirviera de base a una futura colonización. Este ambicioso proyecto no se concretó de inmediato, quizás porque en esos tiempos no urgía demasiado el avance sobre el desierto, a costa de sacrificio de soldados y por resultar muy onerosos para los exiguos erarios oficiales.
Después de declarara y obtenida nuestra independencia, correspondió al presidente Rivadavia, en el año 1826, dar principio de ejecución a lo proyectado. Satisfaciendo un viejo anhelo nacional expide aquel memorable decreto que ordenaba cumplir el establecimiento de la nueva línea de frontera -oportunamente pactada con los pueblos originarios- que se extendía por zonas totalmente desiertas de la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, inconvenientes políticos de última hora dilataron tan importante como trascendente iniciativa, pero en el año 1827 el coronel Manuel Dorrego, a la sazón gobernador de Buenos Aires, logra salvar las dificultades y ordena al entonces comandante general de fronteras don Juan Manuel de Rosas la organización de los trabajos necesarios para tal fin. Para ello tuvo que practicarse el estudio del lugar definitivo, donde posteriormente se enclavaría el fuerte defensivo y propiciatorio de la futura población.
Rosas, por su parte, nombró una comisión de militares integrada por los comandantes Juan Francisco Ullúa, Francisco Javier Acevedo y Mariano Acha, para que eligiesen la mejor ubicación de que fuera en las inmediaciones de la laguna El Potroso o bien del Cerrito Colorado.
Esta comisión desechó en principio por inconveniente el sitio primeramente nombrado y decidió colocar el mojón indicador frente al Cerrito Colorado, sobre la margen izquierda del Salado.
Al tratar de determinar con mayor precisión el lugar donde habría sido colocado dicho mojón, el historiador Luis Sciuto Ferretto en su libro "Junín en la historia y hombres que lo impulsaron", indica que "he llegado a la conclusión que el mismo debió haber estado enclavado en algún punto del terreno donde actualmente se instalan las instalaciones de la Sociedad Rural o bien de la feria ganadera de la firma Regés Hnos.,m Crosetti y Cía S.A.( 1967)."
Pero no obstante la situación fue discutida nuevamente triunfando en última instancia lo propuesto por Acevedo y Ullúa, quienes sostenían como sitio de elección el que actualmente ocupa la plaza "5 de Mayo.
A los pocos días de estos acontecimientos, el 27 de diciembre de 1827, el comandante don Bernardino Escribano pisó estas tierras de esperanza y fundó en ellas el Fuerte Federación del que resultó posteriormente la actual ciudad de Junín.
Es muy razonable pensar y formarse opinión en su favor sobre cuales fueron los motivos principales que pudieron influir decididamente en el traslado del mojón desde su primitiva ubicación frente al Cerrito Colorado, hasta un punto situado unas 16 cuadras más al norte, como informara la referida comisión de militares.
"Deseo aclarar previamente -sigue diciendo Luis Sciutto Ferreto- que si se observa con atención la actual cartografía de la zona se puede advertir entonces que el informe arriba citado contiene dos apreciaciones equivocadas. En primer lugar la orientación indicada para el desplazamiento del mojón a su sitio definitivo no es exactamente la dirección norte sino la norte-noreste. Tampoco la distancia sería de 16 cuadras como está apuntado, ya que desde el Cerrito Colorado hasta la plaza 25 de Mayo hay unos 28 mil metros medidos en línea recta, es decir, algo más de 21 cuadras y desde el sitio donde se habría colocado el mojón originalmente, nunca menos de 2.500 metros o sea 19 cuadras".
Muy próximo al sitio previamente elegido se encontraba un cañadón o curso de agua pantanoso -cuya existencia dice Sciutto Ferretto se prolongó hasta el año 1922 y del cual surge como vestigio la denominaba alcantarilla de calle Chile en el terraplén que atraviesan las vías del ferrocarril San Martín- que habría sido un obstáculo permanente para arribar al futuro fuerte ya que por aquel entonces los abastecimientos debían llegar necesariamente desde Salto o de Rojas.
Alcantarilla y terraplén de calle Chile vestigio de la laguna y cañadón que había en el siglo 19 y que perduró hasta 1922.
"Al ser estos últimos los puntos de apoyo más cercano quienes se propusiesen arribar al Fuerte Federación sólo podían hacerlo después de vadear el accidente geográfico señalado. Dicho cañadón nacía en la laguna La Escondida -lugar actualmente urbanizado y próximo al Cementerio Central- y después de describir un amplio semicírculo hacia el sur, desembocaba mediante un delta en la margen izquierda del río Salado, a poca distancia aguas abajo del actual puente carretero que permite el paso de la ruta nacional 7", sigue describiendo el historiador Luis Sciutto Ferretto.
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