Zunilda Milens: "Para mí la actuación es el remedio más grande de mi vida"


A los 50 años decidió seguir su vocación, estudió actuación y a partir de allí no paró ni un instante. "Desde el principio supe que esto era lo mío y que de acá no me iba a mover nadie", destacó.

(Nota publicada por diario Democracia el 18 de noviembre de 2012).- Nunca es tarde, podría ser el lema de Zunilda Milens. Es que, luego de una vida muy sacrificada en la que tuvo que ponerse una familia al hombro, a los 50 años pudo comenzar a desarrollar su vocación que, hasta ese momento, permanecía escondida en un rincón de su corazón.

Fue una cuestión de salud y un pedido de sus hijos para que piense más en ella, lo que la decidió a inclinarse por la actuación.

Más allá de la edad de inicio, para ella no hubo trabas ni lamentos y, gracias a que eligió este camino con determinación, hoy lo sigue transitando con las mismas ganas del primer día.

“A mí la actuación me alargó la vida”, dice y en su sonrisa se trasluce la más grande felicidad.

Primeros años

Milens nació en Junín y se crió en el Barrio Belgrano, donde residió toda su vida.

Sus padres vivían en San Miguel: su papá era ferroviario y su madre trabajaba en una fábrica textil, por lo que la pequeña Zunilda fue criada en nuestra ciudad, por una abuela.

Hizo la primaria en la Escuela N° 3 y la secundaria en la Escuela Técnica de Hogar para Mujeres (actualmente Patricias Argentinas), donde se recibió con el título de Profesora en sombreros, flores, labores y fantasías. “En esa escuela -cuenta- se podía seguir diferentes orientaciones, además de la que hice yo, como cocina, o costura, siempre relacionadas con tareas que se hacían en las casas”.

De aquellos años, tiene los mejores recuerdos, según dice: “La escuela había sido fundada por los Duarte y ahí le hacíamos las capelinas, las flores y los sombreros a Evita. Tuve la gran suerte de haberla conocido -aunque nunca tuve trato- y haber trabajado para ella, de esta manera. Eso nunca se difundió. Yo cuando la veía en los diarios o en las revistas, o ahora mismo, cuando la veo en alguna foto, pienso que esas flores y adornos que tenía, los hacíamos nosotras en la escuela”.

Ponerle el cuerpo a la vida

Zunilda reconoce que en su vida las cosas no le fueron sencillas.

Cuando terminó la secundaria, por haber tenido uno de los mejores promedios, le ofrecieron un empleo en un pueblo de la zona, pero su abuela no la autorizó. Entonces, empezó a trabajar para mercerías de Junín, a las que les hacía flores en tela y otros tipos de ornamentos. Asimismo, se dedicó a elaborar souvenirs para cumpleaños, tocados y ramos de novias, y todo tipo de accesorios para festejos.

Con todo, crió a sus tres hijos prácticamente sola.

En una época había empezado a coser y a hacer trabajos para algunas fábricas de Buenos Aires, como Harrods Gath & Chaves y una casa de camisas para hombres que estaba en la esquina de San Juan y Bolívar. “Empezaba a las 5 de la mañana y estaba hasta la tardecita”, destaca.

Luego entró de portera en la Escuela Media N° 1, “que funcionaba de noche en la 16”. Pero más adelante pasó a desempeñar la misma actividad en la propia Escuela N° 16, en el turno de la mañana.
“Al mismo tiempo -comenta-, mi hermano, que tenía negocio en Buenos Aires, me mandaba artículos de mercería que yo vendía acá, con lo que me podía ganar un peso extra”.

El trabajo, el mantenimiento de su casa y la crianza de sus hijos, terminó siendo demasiado esfuerzo para Zunilda, como ella misma lo cuenta: “En un momento, con tantas cosas, me dio un ACV, pero pude salir adelante, y una vez que estuve mejor, mis hijos me pidieron que dedicara tiempo para mí misma”.

Fue ahí cuando apareció el teatro.

Un sueño hecho realidad

“Yo creo que nací con esta inclinación a la actuación”, dice Zunilda y recuerda cuando, a los seis años, una tía suya, que vivía en San Miguel, la llevó a una suerte de casting para una película con Libertad Lamarque. En esta necesitaban dos nenas: una rubia y una morocha. Allí la eligieron a ella y a su prima, pero finalmente su madre no la dejó participar del film.

“No obstante -explica-, yo siempre pensaba, ‘algún día lo voy a hacer’. Y en cada acto que había en la escuela, yo estaba”.

Muchos años más tarde, después de que sus hijos le pidieron que se ocupara de ella, escuchó una publicidad en la radio que anunciaba que el actor Hugo Daniel Marcos, que trabajaba en Mesa de Noticias, venía a hacer un taller de teatro a Junín.

Enseguida se anotó, feliz: “En cuanto llegué, el primer día, e hice los primeros ejercicios ya dije ‘Ay, Dios, esto es lo que me gusta’”.

Tenía 50 años y estaba empezando a hacer realidad una vocación que hasta ese momento era frustrada.

Trabajos como actriz

Con Hugo Daniel Marcos hizo varios talleres, y participó del café concert “Con Inocencio”, del show televisivo “10 para ganar”, emitido por Junín TV Canal 2, e integró el staff cómico del programa radial “Sonriendo por LT20”, de Radio Junín.

“Ya desde el principio supe que esto era lo mío, que me hacía feliz y que de acá no me iba a mover nadie”, enfatiza.

Cuando Marcos se volvió a Buenos Aires le ofreció a Zunilda que fuera a trabajar a la Gran Ciudad, pero ella prefirió quedarse acá, con sus hijos.

Después ingresó en la Escuela Provincial de Teatro, donde estuvo desde 1986 hasta 1998. De allí egresó como alumna/oyente con los títulos de Técnica de la actuación, Técnica del movimiento, Técnica de la voz, mimo y títeres.

Entre 1986 y 1988 realizó el curso completo de Taller de Arte Dramático, y desde 1989 hasta 1991 hizo el curso correspondiente al ciclo preparatorio de la carrera de Formación actoral.

“Cuando dejé la Escuela de Teatro -cuenta- formamos un grupo con el que hacía obras con títeres, del que participaba también Virginia Entesano, Natalia Somoza, Marianela Busto y María de los Ángeles Morales. Ahí nosotras no solo hacíamos las obras, sino que fabricábamos los muñecos y todo lo necesario para montar los espectáculos”.

Alguna de las obras en las que participó por esos años, fueron: “Un mundo de juguetes” (comedia infantil), un ciclo de comedias bajo el título “Cuestiones”, por Junín TV Canal 2, “El que me toca es un chancho” (comedia), “Negros de alma” (comedia), “Por guita, cualquier cosa”, “Esperando a Godot”.

Más adelanto vino a Junín Carlos Lagos, un reconocido profesor, con el que hizo “Entre el deseo y la muerte”, una puesta que incluyó partes de diferentes obras clásicas.

Luego hizo “Venecia”, con Fernando Cipola. Y muchas más: “Ahora decido yo”, “El acompañamiento”, “Si tengo suerte”, “El vendedor de maravillas”, “Como usted diga, papá”, “Camino del elefante”, y tantas otras.

Recuerda que fue dirigida por Laura Franco y trabajó con Ceclilia Tejada, y también con Martín Kieffer, quien le sugirió que podría realizar alguna actividad coral y, gracias a ello, estuvo diez años en el coro de la escuela de Estética.

“Siempre trabajé con la Dirección de Cultura -continúa-, y participé en todos los proyectos que pude”.

Además, actualmente está trabajando con Javier Mattioli, con quien hace teatro y fonomímica, y pertenece al grupo “Magdalena”, formado por ella, Mariela Díaz y Estela Tuñón.
Con este grupo se prepara para presentarse en menos de un mes: “Con ‘Magdalena’ hicimos la obra ‘Circo criollo’ con la que quisimos traer a la actualidad el antiguo circo, en donde al final había una obra, después de los trapecistas, malabaristas y demás. El 15 de diciembre vamos a volver a hacerla sin costo en la Biblioteca Florentino Ameghino, como una manera de agradecerles porque ahí nos ceden siempre el espacio para ensayar”.

La actuación

Zunilda considera que siempre llevó la actuación en la sangre: “Cuando yo empecé con Marcos, él me decía ‘vos naciste con esto o en otra vida fuiste artista’, y yo me sentía como si siempre hubiese estado arriba de un escenario”.

Si bien le gusta la comedia, donde se siente más cómoda es en el drama, porque ahí se puede expresar mejor.

A la hora de pensar un personaje, Milens cree que ahí siempre hay mucho de lo que le pone el actor. “El director -explica- le da a uno el libreto con los lineamientos básicos del personaje, y después es uno el que lo compone: en mi caso, yo leo y releo todas las veces que sea necesario, especialmente mi personaje, y me pregunto qué características debe tener, entonces presento el trabajo a mí gusto”.

Cuando hace un repaso de sus tres décadas sobre las tablas, lamenta no haber empezado antes. “Es una lástima, pero no me quejo”, resume.

Es que, según dice, cada vez le gusta más. “Yo puedo estar con 40 grados de fiebre, en cama, dolorida, pero si tengo que actuar, voy. Para mí, la actuación es el remedio más grande de mi vida. A mí me podrán tratar los médicos y curar los remedios, pero estoy convencida de que ésta es mi medicación, yo lo amo”.

Asevera que “es una cosa tan linda” la que le pasa, que no sabe “cómo expresarlo”.

Y concluye: “A mí la actuación me permitió vivir hasta los 80 años de esta manera, me alargó la vida, a veces pienso que podría dejarlo, pero cada vez me surgen más trabajos y yo los tomo porque me gusta; y mientras pueda, lo voy a seguir haciendo”.

(Fuente: Diario Democracia)





















































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