Eulogio Payán describe un panorama desolador del Junín primitivo


Maqueta del Fuerte Federación que se encuentra en el Museo del Grupo de Artillería 10 de Junín.





Transcribimos a continuación una carta dirigida al Ministro de Gobierno de la Provincia con fecha 12 de enero de 1854 por el vecino de Federación, Eulogio Payán. La reproducimos -a pesar de que consideramos exagerada la crítica que hace de la administración de Ruiz- pero encierra un vivido relato de la situación del fuerte y nos ayudará a comprender el espíritu de la época:

"Vecino del Fuerte Federación, Enero 12 de 1854. Al señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno, Dr. irineo Portela. Haciendo uso del derecho que como ciudadano creo que tengo pido exponer con todo el respeto debido al Exmo. Gobernador y Capitán General de la Provincia, cagas y atrasos considerables que sufre este pueblo por la autoridad que lo preside. Suplico con todo el respeto debido a V..S. se digne hacer presente al señor Gobernador que nos favorezca si tienen a bien nombre en este pueblo un Juez de Paz que sea vecino del Partido, tenga de qué vivir y esté dotado de las demás condiciones que las leyes exigen para ser juez de Paz. 

Al hacer esta súplica, señor Ministro, me atrevo a asegurar del modo más serio al Exmo Gobierno que dará vida a un pueblo que está agonizando por estar la mayor parte de los pobladores con el pie en el estribo para estirar o vender los ganados, cuyos planteles en fértiles campos debían forma un pueblo rico y abundante de hombres.
Tenemos un Juez de Paz que nos da la mayor parte de estas ruinas por no conocer estas gentes, por no dar cumplimiento a varios decretos del Exmo Gobierno como es el que manda reglamentar los peones, prohibir las carreras de avestruces y demás formalidades en los trabajos siendo en este pueblo más necesario que en otros por haberse reunido en varias épocas vagos que no podían vivir en los pueblos vecinos, o eran destinados a los tropas...

...Aparecido el decreto que manda mantener la fuerzas de los ganados que tenga el partido que guardan. Nos llama el Sr. Juez de Paz y nos pide las reses, exeptuando a su antojo a los tenientes alcaldes, maestros de postas, un capitán y al cura del Salto Carlos Torres por extranjero. Sin hacer mención el decreto a tales excepciones, la hacemos presente esto y nos contesta que si los empleados estuvieran sujetos a dar el auxilio que se pedía los que no eran empleados, así siguen hasta hoy trayendo este lenguaje el desaliento general y negativas...

...Hemos venido a poblar este desierto bajo la protección que concede un decreto de 9 de junio de 1832 a los pobladores del Fuerte Federación que es una suerte de estancia en propiedad con la obligación de poner 400 cabezas de ganado vacuno. Y hoy permite el Sr. Juez de Paz formar puestitos y chacras con 50 cabezas de ganado y hasta con una tropilla de caballos...Quién creerá que una casa de campo con cuatro o seis personas pueden vivir con 50 o 100 cabezas de ganado, que producen cuanto más, 25 terneros al año y necesitan cuando menos una res de cuenta para cada persona por mes y sin embargo el ganado va adelante consumiendo 50 reses al año. Esta clase de pobladores, si no son ladrones aprenderán a serlo, cuando podrán ser útiles a la sociedad y a ellos mismos en clases de peones o dependientes que sirviendo bien y conservando pronto serán patrones en estos productivos campos.....


"NO SE ENCUENTRA UN PEON Y EL PUEBLO ESTA LLENO DE VAGOS"

....A principio de diciembre pasado el cautivo baqueano, tres indios, dos chinas y un cristiano, se fueron al desierto robándonos doscientos animales yeguarizos, mientras que la partida de plaza pasaba aquel día y la mayor parte, en las pulperías del pueblo, sentada sobre los mostradores con la baraja en la mano, siendo los principales vagos y escandalosos a la vista del Sr. Juez de Paz.
Me propuse seguirlos yo a los ladrones, y se e pusieron grandes inconvenientes de modo que estamos sujetos a que nos roben cuatro miserables bandidos que dejaban un ancho rastro del arreo y de sus crímenes, por donde podíamos ir con los ojos cerrados los que voluntariamente queríamos escarmentarlos, contentándose el Señor Juez de Paz con decirnos que no tengamos miedo a esos indios amigos, para demarcar la cantidad de fuerzas y el punto que debe ocupar para guardar esta frontera lo que ya se ha demarcado.

Podíamos tener en este partido do establecimientos de labranza regulares con lo que debían ocuparse 50 hombres y poner en ejercicio una máquina para trillar que tengo en trato por manos de don Guillermo Downes de esa Capital, arados más ventajosos que los generales y algunos otros adelantos. Mientras tanto no se encuentra un peón y el pueblo está lleno de vagos; no hay una carnicería y todo el pueblo con algunos puestos y chacras se mantienen de la carne que da el Estado a los militares e indios resultado de esto que los soldados, los indios o los vecinos roban porque la carne se da con medida y a más el escándalo de vender y comprar la carne que da el Estado.

En abril de 1847 vine a poblar esta estando de resido hasta hoy, la última al sud de la frontera, y a los años de 1849 había formado una población de azotea y reunido los elementos para defenderme con seguridad de los indios ladrones en cualquier número.

Concluido este trabajo en 1850 hice una casa con cinco piezas de ladrillo cocido en el pueblo con el objeto de estimular a mis convecinos a que salieran de sus ranchitos en que viven algo conseguí y en septiembre pasado volví a mi pensamiento y emprendí el trabajo de ladrillos con el objeto de hacer dos casitas de azotea para alquilar. Propuse al Sr Juez de Paz que pidiera al Exmo. Gobierno un sacerdote para cura, un maestro de escuela y algunos elementos para un templo que yo de mi parte daría todo el ladrillo que fuera necesario para el templo y secundar en algo la marcha progresista de esa Capital. Pero todo ha quedado tan frío como la mortaja que se prepara a un joven moribundo..

ATAQUES A LOS ESTANCIEROS


....El 6 del presente invadieron los indios en número de veinte a treinta, amaneciendo, en mi campo, reuniendo todas las yeguas y caballos que encontraron en el campo que circulaban las lagunas de Gómez (primera referencia histórica al hoy Parque Natural Laguna de Gómez) llegaron a mi puesto y robaron todo lo que había en el rancho sin quitar nada de lo que tenían puesto ni herirlo a seis hombres, dos mujeres y tres indios amigos que estaban cenando y se asustaron; yo y mi capataz andábamos recogiendo en medio de los invasores y habiéndolos conocido nos retiramos a la estancia a paso lento y convidándolos a dos de ellos para encontrarnos lo que no admitieron. Marcha el Sr. Comandante Militar a perseguirlos y los alcanza a las cuatro de la tarde, quitándoles todo el robo, pero fracción que tomó distinto rumbo desde que pasaron el Salado se fue con el botín. A las once del mismo día llega el Sr. Juez de Paz que venia del Pergamino y empieza a reunir a los milicianos a gritos y a rebencazos, encuentra uno de los que trabajaban en mi puesto y habían sido saqueados retirándose a pie y cubierto con el terror. 

Le dice monte Ud. a caballo y por haberle contestado temblando todavía no tengo caballo ni recado, le da rebencazos por la cabeza; esto clama al Cielo y podríamos formar hombres útiles de estos infelices que han sufrido veinte años de tiranía y degradación permitiéndoles todavía andar de vagos por las calles y en un caso de apuro será posible, prudente, exigir hombres valientes  y de dignidad, ¡Imposible señor Ministro! y más imposible que un hombre que jamás ha sido vecino de este pueblo ni tiene propiedad de ninguna clase ni valor pueda mandarlo regularmente pues estas faltas le hacen desconocer las necesidades de los pueblos, de hombres y propiedades. También creo de mi deber decir a VS. que el Sr. Ruiz en su empleo de Sargento Mayor y como militar será útil a su patria en cualquier comisión que se le ponga pues hace consistir su felicidad en la carrera militar, es honrado, valiente y fiel servidor al Gobierno Exmo. Señor.

Nos detiene todavía en esta frontera, un proyecto del Señor General Hornos que piensa hacer una expedición al desierto, este solo anuncio nos da la mitad de la vida y si lo vemos en planta se acaban los temores de raíz, pues creemos pero con generalidad en estos pueblos que su presencia en el desierto haría temblar a los indígenas y pedir una generosa mano. Dice el señor General que lo haía con mil hombres voluntarios, tendrá tres y cuatro mil si quiere el Señor General, caballos y lo más que indique a los hacendados su voz sola bastará para allanar todas las dificultades y llegar a la cima de los Andes si fuera preciso....
(Sigue)

FEDERACION, UNA MURALLA CONTRA LOS MALONES

.....Señor Ministro, si el Exmo Gobierno de que V.S. es parte, tiene a bien concede mis súplicas favoreciéndonos con un juez de paz según ley no hay en la Capital quien conozca a estos vecinos, el señor Juez de Paz del Salto Dn. Evaristo Grigera a quien considero de mucho respeto y probidad conoce esta gente desde el primero al último.. El Señor Coronel Cruz Gorordo, jefe de la frontera también conoce algo. Esas dos personas o las que el Exmo. Gobierno tenga a bien podían prestarnos el servicio de venir y ver lo material y moral de la población y su partido y nombrar Juez de Paz al que consideren útil y adornado con las condiciones que las leyes exigen, a cuyas personas estoy pronto a mostrar con claridad punto por punto todo lo que digo al señor Ministro y más.
Si la providencia nos favorece con uno bueno y de tino para conceder las propiedades públicas a pobladores honrados y capaces de cumplir con sus deberes, tendrá el país pronto un pueblo rico, siendo hoy el más pobre y atrasada de todos...

Este es el texto de la extensa carta. De cualquier modo, la verdad es que Federación atravesaba por horas de terrible prueba.

Pero su situación no era la única, sino la de todas las poblaciones de la frontera. En efecto, derrocado Rosas, el problema del indígena se agravó hasta adquirir perfiles trágicos.

Continuos e importantes malones arrasaron con las estoicas poblaciones ubicadas en el límite con el desierto llenando de zozobra a sus habitantes que abandonaban en masa esos lugares, retirándose hacia la zona interior en busca de tranquilidad para sus personas, familias e intereses. Por otra pate no debe olvidarse que el fuerte Federación hacía las veces de murallas para Chivilcoy, Areco, Salto, etc
Los únicos establecimientos de campo existentes en Federación en 1854 eran los de Eulogio Payán, José Seguí y Juan Villafagne.

A comienzos de ese año, por gestiones de Arias, se intensificaron los trabajos de los cuarteles, llegando a tal efecto, en el mes de marzo numerosos materiales necesarios por un valor total de 26.342 pesos.



 


























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