En medio de los malones, Federación busca cura

El constante peligro de ser invadida por los indios, en que vivía la población de Federación era tal que impedía conseguir un capellán castrense pese a los esfuerzos realizados en tal sentido por las autoridades del Fuerte y del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Así lo revela la siguiente nota del Obispo Miguel García al Ministro de Gobierno, con fecha 12 de julio de 1854:
"En vista de la respetable nota de V.S. de 6 del corriente he practicado varias diligencias para la provisión de la capellanía castrense en el Fuerte Federación pero la escasez de eclesiásticos inutiliza todos esos pasos; de suerte que por ahora tengo el sentimiento de declarar que no me es posible llenar los justos deseos de la autoridad; y debo añadir que la dificultad es todavía mayor, cuando ha de proveerse un punto, que por su situación se considera peligroso y sin ningún aliciente para el eclesiástico que hubiera de servirle. Sin embargo puede V.S. asegurar al gobierno que estaré a la mira para cualquier caso en que pudiera preentarse alguno; e inmediatamente daré a V.S. el aviso que corresponde".

Más adelante tendremos ocasión de ver que, precisamente, la falta de capellán en Federación originaría una seria amonestación al cura de Rojas quien ofreció prestar sus servicios en ambos puntos.
Sin médico, sin escuelas, sin sacerdote, sin soldados ni armamentos suficientes, sin alimentación adecuada, el vecindario sigue haciendo gala de singular estoicismo que llega a causar admiración en aguerridos militares de la época. Así lo reconoce el comandante Ruiz, en la comunicación al Ministro de Guerra, después de una de las tantas invasiones: "Ahora solo me resta suplica a V.S. se digne recomendar a la consideración del Exmo. Gobierno la buena voluntad y el patriotismo de este vecindario, pues en mis dos últimas salidas (se refiere a las del 6 de enero y 13 de mayo) las he hecho en caballos de los vecinos, los que se presentan siempre con el mejor entusiasmo a recibir las órdenes con un comportamiento digno de todo elogio".
El 22 de agosto, por orden del Ministro de Guerra, se prohibió que los civiles pasarán la línea de la frontera hacia el desierto, sin consentimiento de la autoridad correspondiente.
Este mismo se designó médico de Federación. El nombramiento recayó en el doctor Blas Azpiazú, asignándole la suma de 1.600 pesos mensuales.
El 31 de agosto, una partida de soldados que, como era costumbre en esa época, inspeccionaba la zona, fue sorprendida por cien indios, aproximadamente, que a atacaron y obligaron a retirarse. El comandante Ruiz recibió la noticia a las 4 de la tarde del día siguiente, emprendiendo inmediatamente la marcha hacia el lugar de la invasión, distante doce leguas del fuerte. Iba en compañía del mayor Susbiela, el mismo que tuvo una accidentada actuación en la época de Rosas. Llegaron a las 11 de la noche, pero los indios ya habían emprendido el regreso a sus tolderías, llevándose consigo 32 vacunos, 43 yeguas y 35 caballos.
El 9 de septiembre siguiente tiene lugar a las 10 de la mañana un nuevo malón indígena. El mal estado de la caballada, impidió esta vez, perseguir a los atacantes que robaron 371 yeguas y 255 caballos de propiedad de varios vecinos.

RUIZ SOLICITA LA RENUNCIA
Comprendiendo la realidad de la situación creada por los continuos ataques indígenas, Ruiz dirigió al jefe de la frontera norte, coronel Cruz Gorordo una nota en la que decía: "Creo, Señor Coronel que la continuación de estos desagradables sucesos no puede dar otro resultado que la completa despoblación de este vecindario y la desprestigiación (sic) de mi carrera militar, razón justicima que tengo para pedir a V.S. dicte cualquier medida que me saque de la triste situación".
El coronel Cruz Gorordo solicitó entonces la nueva designación del sargento mayor Ildelfonso Arias en el cargo de comandante militar del Fuerte "tanto porque son los deseos de aquel vecindario, como cuanto por el conocimiento que tengo de dicho jefe para guerrear con los indios del desierto".
La Provincia de Buenos Aires permanecía separada de la Confederación y se había dictado la Constitución del Estadom sancionada el 12 de abril de 1854.
Mientras tanto, la gitación cundía aún fuera de los límites provinciales y en Santa Fe se rpeparaba una fuerte conspiración a cuyo frente se hallaban hilario Lagos, el general Guido, el coronel Antonio Reyes, etc. Con tal motivo, se envió a arroyo del Medio, el escuadrón Tandil y se aumentó la fuerza existente en Junín con 50 hombres, al mando del coronel Laureano Díaz.


(Fuente: "Apuntes para la historia de Junín", 1950, René Pérez)










 




































































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