Monumentos a los Soldados Combatientes Caídos en Malvinas en la ciudad de Mar del Plata. Proyecto del arquitecto E. Lodi. La obra fue encomendada a José Gurrieri. |
El matutino La Verdad transcribió a principios de junio de 1982 una carta publicada en el diario “La Capital” de Mar del Plata escrita por José Gurrieri, padre de Ricardo Mario Gurrieri, hijo de Junín pero al momento del conflicto vivía desde hacía ocho años en Mar del Plata junto a su familia. Ricardo Gurrieri falleció en el frente de combate el 25 de mayo de 1982. El artículo publicado hace treinta años decía lo siguiente:
“José Gurrieri es un inmigrante italiano que llegó a la Argentina como tantos otros, allá por 1949. Combatiente de la Segunda Guerra Mundial, durante cuatro años sufrió el cautiverio de los británicos, sin que a través de peligrosas circunstancias llegara a perder la vida y en cambio, tras las vicisitudes alcanzó a pisar el suelo argentino.
La odisea de José Gurrieri, según lo relata, comenzó así: “En 1940 durante la guerra en Europa, a la edad de 19 años, me toca luchar en Africa del Norte contra el imperio británico, cumpliendo mis funciones de mantenimiento aéreo en un aeropuerto de Libia, en la Quinta Escuadra Aérea.
Durante los ataques aéreos de los piratas tuve una sorpresa que no olvidaré mientras viva: una bomba de 180 kilogramos cayó a mi lado, a solo dos metros de distancia y por gracia de Dios no explotó.
Fui tomado prisionero por los ingleses junto a mis compañeros y algún alemán del Afrika Korps.
Durante más de un año el campo era denominado con el número 313. En él dormíamos sobre el suelo, sobre la arena del desierto, sin agua para lavarnos y muy poca para tomar, alimentándonos con doscientos gramos de pan por día y una lata de corneed bef para repartir entre cinco personas.
Tuve la suerte de fugarme escondiéndome durante dos años en casas de parientes o amigos, pues yo vivía en Trípoli, donde me críe ya que mis padres italianos habían emigrado llenos de esperanza.
En 1946 pude fugarme de Africa, embarcado como polizón, burlando la vigilancia inglesa, en un barco griego llamado “Dorotea Paxxon” que se dirigía al puerto de Nápoles.
Cansado de vivir tantas penurias, decidí emigrar a la Argentina llegando el 3 de abril de 1949, con apenas 25 años y muchos deseos de trabajar y formar un hogar. Por suerte lo conseguí, ya que me casé con una nativa de este suelo, hija también de emigrantes españoles y con ayuda mutua formamos nuestro hogar.
Tuvimos tres hijos varones que sirvieron a la Patria y por ironía del destino, después de casi cuarenta años, el imperio pirata me persigue para ensañarse con uno de mis hijos de apenas 18 años: Ricardo Mario Gurrieri.
Este es el relato, en síntesis, de lo que yo como padre, siento con profundo dolor en este momento, que estoy junto con mi esposa y mis otros hijos. El héroe, Ricardo Mario Gurrieri ha sido el primer soldado de la Batería Antiaérea 601 que dejó la vida en el campo de batalla defendiendo el suelo y la bandera patria y me siento orgulloso por ello.
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