La "calurosa" bienvenida que Junín le dio a un cardenal representante del gobierno español en 1923

 


Se trata del Cardenal Benlloch y Vivó. Según la crónica periodística de la época "una enorme masa de pueblo, acude a la estación y presenta sus saludos al insigne prelado. El acto que no tiene precedentes como expresión de entusiasta y unánime adhesión impresionó gratamente al ilustre visitante". Quien era este prelado representante de la dictadura de Primo de Rivera que solo estuvo diez minutos en suelo juninense.


El domingo 30 de septiembre de 1923 arribó a nuestra ciudad en un tren que lo transportaba en su gira por el país como representante del gobierno español en América Latina, el cardenal Juan Bautista Benlloch y Vivó. "Nunca los andenes de la estación Pacífico -decía La Verdad que por aquel tiempo era semanario, en su edición del sábado 6 de octubre de 1923- contuvieron una masa tan enorme de pueblo".

Por supuesto el periódico como corresponde a una publicación de la Iglesia Católica, le dio una amplia cobertura y hasta con exageradisimos, sobreabundantes y casi innecesarios calificativos positivos, dado que en definitiva el cardenal representaba a la dictadura de Primo de Rivera tal como se conoce el  régimen político que hubo en España desde el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, hasta la dimisión de este el 28 de enero de 1930 y su sustitución por la «dictablanda» del general Dámaso Berenguer

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Y sigue contando la crónica de La Verdad, que seguramente fue escrita por monseñor Peira, su director y fundador:

"Junín debía sentirse feliz frente a la presencia del Emmo. Cardenal entonando la soberbia canción del abolengo espiritual y de raza, el que une en admirable consorcio dos factores tan caros a su alma: el de la tradición religiosa y el de la tradición histórica y tal sucedió en realidad, pues que la cariñosa  entusiasta manifestación del domingo, hizo debido honor a aquel concepto.

No obstante haber anticipado los anuncios respectivos de que el tren llegaría a esta, recién a las dos de la tarde, grupos numerosos de pueblo afluían al lugar, anhelosos de obtener la mejor ubicación posible. Todos, claro está, querían situarse a inmediaciones del lugar donde bajaría su Eminencia a  objeto de apreciar mejor todos los detalles del acto.

En los últimos momentos la policía debió trabajar activamente para evitar los inconvenientes de las aglomeraciones desordenadas. En el ambiente -podía notarse a primera vista- dominaba con una ansiosa expectativa. Cuando el convoy anunció su cercanía con estridentes pitadas, un estremecimiento nervioso recorrió la columna que contenía aquel gentío en que alternaban fraternalmente unidas en un propósito común todas las clases sociales. El coche en el que viajaban el Cardenal y su comitiva se detuvo frente mismo a un palco engalanado con palmas y flores que debía ser ocupado por su Eminencia y la comisión encargada de su recepción".

Vale recordar que en ese entonces era presidente de la Argentina Marcelo T. de Alvear.

Esa comisión a la que hacía referencia el semanario en este tiempo, de la Iglesia Católica, estaba conformada por quienes eran las autoridades juninenses y la "élite" de la sociedad local:

Comisionado municipal: Manuel Otaegui; cura párroco de Junín: Pbro. Vicente Peira; presidente de la Sociedad Española: Antonio Mendizabal, vicecónsul de España: Ramón López; jefe del distrito militar, teniente coronel Evaristo Ramírez Juárez y los escribanos Luis De la Cámara y Rómulo Jordán, quienes a su vez se trasladaron a Chacabuco donde se subieron al tren para acompañarlo en el trayecto a nuestra ciudad.

La niña Amelia De Miguel fue quien leyó un mensaje de bienvenida en su fugaz paso de minutos nada más por Junín y que además le entregó un ramo de flores.

Por supuesto el cardenal dijo una serie de frases "lindas" pero solamente de protocolo y huecas en su sentido porque de nada cambiaba la vida de los y las juninenses de aquel tiempo.



Según La Verdad, el monseñor dijo entre otras cosas que "aceptaba la cariñosa ofrenda de la mujer juninense a quien comparaba en su fineza y en su grandeza de alma con la gentil y buena mujer burgalesa, como un sustituto del obsequio que pudiera hacerle su virtuosa madre, que goza ya de las bienaventuranzas del cielo porque en la tierra fue santa; que ese ramo de flores primoroso testimonio de la sutileza espiritual de nuestras damas, podìa unirse al broquel amparador que en forma de un escapulario de la Santìsima Virgen, cuelgan del cuello de sus hijos, las amorosas madres burgalesas cuando aquellos parten para largas correrìas por el mundo y que fielmente guardarà preciosa memoria del cumplido homenaje que en esos momentos le tributaba esta ciudad, que en sus manifestaciones es reflejo de la caballerosidad argentina a la que se siente unido por muchos y muy fuertes vìnculos y terminò impartiendo la bendición".

En definitiva muchas, el cardenal español dijo muchas palabras que no significaron nada para los y las juninenses de ese tiempo...y del porvenir...si queremos ir más allá y sumarnos a las "estridencias elucubrativas de quien en ese momento era el director y pluma de La Verdad, monseñor Vicente Peira"...

Y sigue contando Peira en su periòdico La Verdad de ese sábado 6 de octubre de 1923: "Grandes aplausos con vítores a España, la Argentina y al insigne representante de la Iglesia coronaron el final de la feliz improvisaciòn de su Eminencia el Cardenal Benlloch. En nombre de la U.P.C.A., Círculo de Obreros y demás instituciones católicas de la localidad debió hacer uso de la palabra un representante de esas entidades, pero como el tren solo se detiene diez minutos, la angustiosa premura del tiempo lo impidiò. Al arrancar el convoy grandes aclamaciones y sostenidos aplausos despidieron al cardenal Benlloch y Vivó quien volvió a referirse en ese momento a la impresión gratísima que llevaba de ésta población. Fue en suma el homenaje del domingo una jornada más del triunfo para el espíritu catòlico de nuestra ciudad, demostración palmaria por otra parte de que el movimiento espiritual, crece día a día en fuerza y valor, anulando progresivamente todos los obstáculos que se oponen a su mayor expansión".

El cardenal, que fue representante de la dictadura española de Primo de Rivera en América Latina




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Era otro Junìn, otra sociedad muy distinta a la que vivimos hoy, afortunadamente. Hoy en Junìn no se rendirìa semejante tributo a ningún cardenal representante de alguna dictadura.


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