Antesala del 17 de Octubre. El rol fundamental, decisivo y protagónico de Eva

 


Las angustiantes horas previas. De Buenos Aires a Junín, vía San Nicolás. El armado de la histórica jornada protagonizada por Perón y su pueblo.



Detenido en "Ostende" y confinado a Martín García, Eva tambiñen sufre la separación de Peron. No sabe con certeza adónde lo llevan ni cuál será el fin. Duda. Tiene miedo. Está sola. Es consciente de que puede correr la misma suerte.

Por la mañana se anoticia de que el capitán Héctor Russo ex director de delegaciones regionales en la secretaría de Trabajo y Previsión. era nuevamente arrestado. Cuando Perón presentó la renuncia, había recuperado a las pocas horas la libertad, lo que le permitió comunicar la novedad sobre el destino de su jefe a todas las provincias.

En aquellas horas de incertidumbre e impotencia tuvo recriminaciones para con referentes obreros que fueron al departamento de calle Posadas.

Fue llamda por la secretaría de la Presidencia de la Nación, donde se la invitó a no ocuparse de política y volver a la actividad artística.

En aquellos días de octubre de 1945, en las jornadas previas al 17, los Mercante  recorrían el Gran Buenos Aires relatando la detención y convenciendo a algunos dirigentes de que era necesaria una reacción urgente. Pasado el mediodía, el teniente coronel amigo de la pareja recibió la orden de Avalos de presentarse detenido en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo. Al anochecer quedaría incomunicado hasta el 17. Eso agravaba la situación de Eva que, de por sí, era casi desesperante, inconsolable.

Al quedar sola en su departamento, como medida preventiva se le sugirió entonces alojarse en casa de algunos amigos. Estuvo en el domicilio de la actriz Pierina Dealessi

Recibió información de cómo se encontraba su amado. También la carta que Mazza le había entregado a un chofer de Mercante y que un entrerriano de apellido Soulé había retenido para darla a militares antiperonistas. Es posible que esta consecuencia haya sido prevista por Perón.

¿Qué hacía? Contactarse con los más conocidos. Sus familiares, Juancito, Erminda, Arrieta y Bertolini; también Guillermo Silveyra Casares, Oscar Uriondo, Román Subiza y unos pocos dirigentes obreros. “Cuando encanaron a Perón, Eva se portó”, según el gremialista Mariano Tedesco.

“Teníamos con ella varias reuniones. A horas y en lugares insólitos. A veces se reunía con uno de nosotros y más tarde, en otra zona de Buenos Aires con otro grupo de compañeros del gremio.

“El 13 de octubre, por ejemplo, nos encontramos con Eva en la Cervecería “Adam” en plaza Retiro. Era muy tarde, cerca de las doce de la noche. Recuerdo que no aceptó los cigarrillos que le ofrecían y que tampoco quiso comer nada. Sólo se tomó varias tazas de té. Estábamos Farías, Rovito (un amigo de Mercante) y yo que representaba ante ella a la Asociación Obrera Textil.

“Cuando ella nos preguntó sobre el apoyo que los trabajadores podìamos brindarle a Perón, comenzamos a barajar nombres de compañeros, dirigentes de otros gremios.

“El dìa 14 de octubre nos encontramos con Evita en el Parque 3 de Febrero y mientras hablábamos -era la hora de la siesta- dábamos vueltas metidos en un Buick negro. Ella insistía en visitar a los trabajadores, incluso en sus lugares de trabajo. Eva estaba muy combatiente aunque por momentos se deprimía, dudando de todo. Muchas veces los deprimidos eramos nosotros y ella nos daba ánimo. No tenemos que confiar sólo en los dirigentes, nos decía una y otra vez esa noche, mientras cenábamos en un restaurante de la calle Esmeralda al 400”

Paralelamente en todo momento abogaba por la liberación de Perón, haciendo ingentes gestiones e todo nivel al que tuviera alcance.








CAPITAL, VALENTIN ALSINA A SAN NICOLAS

Buscan también encarar el caso Perón por vía legal. El día anterior, martes 16, Eva sale de Capital hacia Valentín Alsina para reunir a los dirigentes gremiales y pedirles ayuda.

Eva, horas después, al tomar un taxímetro, tuvo la poca fortuna de que cuando se aprestaba a salir de Buenos Aires, y después dirigirse hacia San Nicolás, un chofer antiperonista la denunciase a estudiantes que estaban en la puerta de la vieja Facultad de Derecho, en calle Las Heras, quienes la golpearon. Las consecuencias en cierto modo le fueron providenciales, porque los hematomas a causa de los golpes recibidos en el rostro, hicieron que la policía -al intentar repetir su salida- no la reconociese. Un incidente desdichado sobre el que se hizo escasos comentarios. (*)

Producido el arribo a la ciudad del litoral paranaense, Eva se alojó de inmediato en la propiedad rural del abogado Subiza. Allí en circunstancias muy adversas para su vida, definiría sus próximos pasos. Sabía que Perón podía ser liberado.

Quedaba atrás la calma que Buenos Aires vivió entre el sábado y el lunes, a pesar de la renuncia de la Corte Electoral, de las nerviosas reuniones de la Mesa directiva radical en el edificio de calle Tucumán y la de los zafreros con Cipriano Reyes, en Berisso, más combativos.

El 16 se producen paros parciales también en Córdoba, Avellaneda, La Boca, Berisso, Ensenada, Lanús. La Matanza, San Martín y Remedios de Escalada. Dos mil obreros que desde las 18 se habían concentrado en la Plaza de Mayo fueron dispersados con gases lacrimógenos.

EN JUNIN Y LUEGO POR RUTA SAN MARTIN RETORNA A BUENOS AIRES

Eva en Junín realiza un poder en favor de Subiza y de su cuñado Alvarez Rodríguez . La casona familia de Eva, en Junín, tenía teléfono. Al número 744 la llaman desde la Capital Federal para confirmar la veracidad del anticipo que había hecho público en forma exclusiva la diario La Prensa en la víspera. Su prometido, el coronel Perón había sido trasladado al Hospital Militar Central “Cirujano Mayor Dr.Cosme Argerich”.

Eva quiere verlo. Acompañada de su hermano Juan y el doctor Subiza, en un automóvil Buick color negro con chapas blancas cuando no había promediado la mañana toma la ruta General San Martín -nacional 7- rumbo a Buenos Aires. Otras versiones indican que Eva habría estado en las inmediaciones del Hospital Militar aguardando la llegada de su novio.

Se iba de Junín, adonde regresaría pronto, casi sin saberlo, para protagonizar el acto más trascendente de su vida. En ese momento tan solo, se llevaba las múltiples recomendaciones de sus seres queridos. Años más tarde, su hermana Erminda, interrogada sobre este episodio, a la pregunta “¿Temía usted por la vida o por la seguridad de Eva?” respondió: “No, porque mi madre siempre nos educó de un modo que no teníamos miedo ni perdíamos la calma. Claro que eso no impidió que nos asustáramos un poquito”. También la tranquilidad de haber otorgado el poder que resguardaba un patrimonio no muy importante, pero que le había insumido muchos sacrificios.

Atrás dejaba una ciudad que lentamente comenzaba a manifestarse en su adhesión al retorno del coronel Perón. Los sectores más sensibilizados fueron los del trabajo.

En Capital Federal, Avalos se reúne con Farrell y le piden a Perón que renuncie a sus cargos. Acepta pero al día siguiente realiza un fuerte discurso de despedida. Las palabras de Perón molestan a Avalos quien cree que la renuncia sola no alcanza, el 3 de octubre es detenido y trasladado a Martín García.

EL ENCUENTRO CON LA HISTORIA

En las primeras horas del 17 de octubre de 1945, una marea humana comienza a marchar a Capital Federal. Son miles y miles de trabajadores de fábricas de Gerly, Avellaneda, Ensenada y Berisso. Por primera vez la orgullosa y blanca Buenos Aires ve desfilar rostros obreros. Eran los rostros de la nueva política y eran los impulsores del mayor movimiento del siglo XX.

Ese día para controlar el tema, Avalos mismo le pide a Perón que vaya a Casa de Gobierno y a las 22.30 se reúne con Farrell y le exige elecciones y su apoyo a la candidatura a presidente. Pasadas las 23, Perón sale al balcón a encontrarse con la historia.´














Fuente: "Evita, casamiento en Junín", de los escritores e historiadores Roberto Carlos Dimarco y Héctor Daniel Vargas, Junín, 1995.

(*) El relato fue hecho por Eva al profesor Vicente Sierra hacia 1948, según le fuera transmitido a Félix luna. Testimonio del doctor Miguel Angel Mazza, en "Primera Plana" del 12 de octubre de 1965, que confirma lo sustancial.

También menciona el suceso la misma Eva Perón, un lustro después de producido en "La Razón de mi vida"·: "La cobardía de los hombres que pudieron hacer algo y no hicieron, lavándose las manos como Pilatos, me dolió más que los bárbaros puetazos que me dieron cuando un grupo de cobardes me denunció gritando: "¡Esa es Evita!". Estos golpes, en cambio me hicieron bien". Ed. Peuser (Bs. As, 1951).









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