El alemán Joseph Ratzinger deja atrás un papado de casi ocho años, marcado por la ortodoxia y jalonado por escándalos.
Juan Pablo II y su sucesor, Benedicto XVI |
Enfermo y sin fuerzas, como él mismo se describió, el alemán Joseph Ratzinger deja hoy de ser Papa, tras cargar con un pontificado marcado por la ortodoxia firme y jalonado por escándalos: desde los miles de casos de miembros del clero que abusaron sexualmente de menores hasta el caso de 'Vatileaks', la filtración en 2012 de documentos confidenciales a la prensa italiana; un caso que llegó a poner en entredicho incluso su liderazgo como guía de la Iglesia y puso de manifiesto las intrigas y divisiones que sacuden a la Curia Romana.
Nacido el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, en la diócesis de Passau, en Baviera, Ratzinger, lúcido teólogo y hombre tímido, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951, nombrado arzobispo de Múnich en marzo de 1977 y proclamado cardenal el 27 de junio de 1977 por el papa Pablo VI.
Hijo de un gendarme de policía y una cocinera, creció en el seno de una familia bávara muy católica y patriótica. En 1943, con 16 años, fue incorporado, al igual que todos los demás seminaristas de su clase, como auxiliar de la defensa antiaérea nazi y en septiembre de 1944, cuando tenía la edad requerida, tuvo que ingresar al ejército.
En varias ocasiones, como cardenal y como pontífice, denunció "la inhumanidad" del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, disipando así toda sospecha de complicidad.
A comienzos de la década de los 50, comenzó a enseñar teología en el Instituto Superior de Fresssing y se convirtió en brillante profesor de numerosas universidades alemanas, entre ellas Ratisbona, donde ya como Pontífice cometió la torpeza diplomática de citar a un emperador bizantino que afirmaba que "Mahoma ha traído de nuevo sólo cosas malas e inhumanas". El mundo musulmán protestó ruidosamente.
El segundo Papa extranjero en más de cuatro siglos, fue elegido pontífice el 19 de abril del 2005 tras un Cónclave que duró menos de 24 horas. Le toco suceder a una de las Santidades más carismáticas que se recuerden: Juan Pablo II, quien lo nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, convirtiéndolo en defensor de la ortodoxia y la disciplina de la Iglesia.
Ratzinger autorizó la misa en latín y levantó en 2009 la excomunión a cuatro obispos integristas del movimiento ultraconservador de Marcel Lefebvre, entre ellos el británico Richard Williamson, quien negaba la existencia del Holocausto nazi, lo que desató la ira de la comunidad judía.
Se opuso con vigor a la "Teología de la Liberación" y desde el trono de Pedro lanzó una ofensiva mundial contra el aborto, la eutanasia y la legalización de las uniones homosexuales.
Entre 2007 y 2012 publicó tres libros sobre la vida de Jesús, a partir de los datos fundamentales ofrecidos en los Evangelios y en otros escritos del Nuevo Testamento. En ellos reflexiona sobre la figura de Jesucristo en calidad de teólogo, un imponente ejercicio intelectual, que además fue un éxito internacional de ventas.
El Papa número 265 de la historia de la Iglesia visitó, en su corto papado de casi ocho, una veintena de países, entre ellos España, en tres ocasiones, así como Brasil, México y Cuba.
Al final de su misión al frente de una Iglesia de 1.200 millones de fieles, tuvo que encarar el escándalo del 'Vatileaks'.
Según la prensa italiana, un informe secreto elaborado por tres cardenales escogidos por el Papa para investigar el caso terminó por convencerlo de que se necesita a alguien joven, fuerte y enérgico para hacer limpieza en la milenaria institución, lo que sin duda ha pesado en su decisión de dejar el Trono de Pedro. El 11 de febrero pasado, por razones de edad y de "fuerzas", Benedicto XVI anunció su abdicación, transformándose en el primer Papa en renunciar en 700 años.
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