Por Luciano Toledo
A 40 años de la publicación de Por Caminos de Pájaros, el primer libro de poesía del periodista y escritor juninense Héctor Pellizzi, editado en Brasil.
“Un poema siempre debería tener pájaros”
Mary Oliver
Fines de 1981. Un colectivo cruza desde Brasil a Paso de los Libres. Entre los pasajeros un hombre lleva una caja de libros, que el control fronterizo no le permite pasar. Esconde algunos ejemplares entre su ropa. Respira con miedo porque vuelve a su tierra, donde aún reinan los alfiles del terror. Ese hombre es un poeta, y lleva una vagabunda canción de libertad. Cruza la frontera, se abraza a su libro, “con el cielo en los bolsillos / los ojos en el sendero y un canto salvaje”.
Después de tanto tiempo, tanta historia y tanta distancia, Héctor Pellizzi volvía a la Argentina con su primer libro bajo el brazo, “Por Caminos de Pájaros”. Escrito a fines de la década del 70, vio su publicación en la ciudad de Recife, el nordeste del Brasil en 1981. Una voz en la cotidiana lucha por sobrevivir a una época violenta con la utopía cruel y risueña, la de construir y reconstruir caminos. “Este camino que labran los pájaros sobre la quietud de sus alas abiertas / sobre el mar / sobre los arboles”.
Una de las frases más populares, pero no menos ciertas del Che Guevara, dice que hay que endurecerse sin perder la ternura jamás. Por Caminos de Pájaros se rebela, pero con “un gesto propicio para la melancolía”. Como escribe el poeta, “con guitarras algo de vino y estrellas”. De frente a la aventura, con tabaco y con bohemia, carnavales descoloridos y una canción desesperada, donde alumbra la voz de los compañeros que ya no son.
El libro se imprimió en la gráfica de la Casa de los niños de Olinda, una fundación donde se realizaban experiencias literarias y artísticas. Con el trasfondo social ligado a la resistencia en plenos procesos dictatoriales de América Latina, la manifestación artística se volvía una de las formas más precisas de canalizar la bronca y el dolor, para “marchar de frente con una bandera de poemas a poblar el aire desnudo sin luz”.
Para escapar y enfrentar a “los demonios con sus colas de cerdos”, lejos de la patria y en esas tardes mojadas de tangos y lunfardo, encontró el abrazo del Movimiento de Escritores Independientes. Y junto a sus nuevos compañeros de ruta, presentaron Por Caminos de Pájaros en “Livro 7”, una de las librerías más grandes de Brasil con más de 100 mil títulos en aquella época.
El poeta atraviesa poblaciones de hierba y luna, y vuelve a su casa porque, aunque se nublen los ojos por el recuerdo y se apague la voz por el tiempo, hará grito su canto de libertad. Es un tipo como cualquier otro que trabaja, mira fútbol, lee, le duele la historia. Y sabe que “nadie podrá cubrir de espinas los caminos”.
Roberto Santoro, el gran poeta de guardapolvo que desapareció la dictadura, decía que, si su poesía no servía para cambiar al mundo, entonces no servía para nada. También, siempre recuerdo y repito como un mantra aquellos versos: “poeta que olvida al pueblo, poeta que es olvidado”. Y 40 años después de su publicación Por caminos de pájaros cumple con estas premisas poéticas: cantarle al pueblo y cambiar el mundo.
A mí, igual que a Héctor, también me gustan los poetas de mi pueblo, esos que al caer el sol “tienen un tiempo de amor y de silencio”. Esos poetas que nos dicen: “no te quedes, no renuncies, no te mueras / Grita tu canto de libertad”. Esos poetas que vuelven sobre sus pasos, “cuando se oscurecen los bolsillos de arrugadas poesías”, y aun así entre guitarras y guirnaldas, sobre el cielo gris y opaco rebelan gritos de pájaros, como un rayo poderoso.
Entre Recife y Junín, perdido en la distancia, alguna vez el poeta volverá sobre sus pasos. Será cuando arda el reloj, cuando golpee de hastíos y de quimeras. Cuando cese el vuelo y ya no importe lo que pase. Porque de todos modos, el poeta lo sabe: “habrá un rosal, sobre su última huella.”
HE SALIDO A CAMINAR LAS CALLES
Que aquí se llaman ruas,
Y he visto un mendigo viejo
Lavándose los cabellos
en un charco de agua sucia.
Arriba de mis hombros,
La noche calurosa
Aplastó mis huesos,
Y ese charco sobre el cemento
Me recordó al compañero
Que luchó por no ver eso
Y ahora está muerto.
He salido a caminar las calles
Que aquí se llaman ruas,
Y he vuelto desvelado
Con el corazón en la mano
Y los bolsillos sin lunas.
HE SALIDO A CAMINAR LAS CALLES
Que aquí se llaman ruas,
Y he visto un mendigo viejo
Lavándose los cabellos
en un charco de agua sucia.
Arriba de mis hombros,
La noche calurosa
Aplastó mis huesos,
Y ese charco sobre el cemento
Me recordó al compañero
Que luchó por no ver eso
Y ahora está muerto.
He salido a caminar las calles
Que aquí se llaman ruas,
Y he vuelto desvelado
Con el corazón en la mano
Y los bolsillos sin lunas.
NdeA: La obra es bilingüe y la traducción al portugués pertenece al poeta pernambucano Domingos Alexandre.
*Luciano Toledo (Junín, 1985). Periodista. Publicó los libros Tinta Sudaca (El Asunto, 2013) El amor en los tiempos de Messi (Artexto, 2018) En esta selva no hay reyes (Rama Negra, 2021). Dicta talleres de lectoescritura en contexto de encierro en las Unidades Penitenciarias de su ciudad. Colabora en distintas revistas y medios de la región, y es el actual presidente de la Biblioteca Popular Florentino Ameghino.
Comentarios
Publicar un comentario