Eulogio Payán y su acción progresista





En el comienzo de la azarosa lucha destinada a imponer el desenvolvimiento del progreso, llegaron a los pagos del Federación, allá por el año 1847, hombres dispuestos a trabajar con tesón para arrancarle riquezas a la tierra.

Recuérdase como ejemplo el nombre de quien se animara a poblar y a sostenerse triunfalmente, pese a las condiciones inhóspitas de la región y al precario respaldo que podían ofrecer las desarticuladas tropas de Guardias Nacionales.

Aquello significaba exponer la vida constantemente frente a los malones, o a incursiones menores de los aborígenes, quienes mantenían una porfiada lucha con el hombre blanco; éste dispuesta a llevar adelante la colonización; aquellos, firmemente decididos a impedirla, pues paulatinamente iban perdiendo sus mejores tierras de pastoreo, en tanto que las provisiones que el Gobierno se comprometía a suministrarles eran muchas veces retaceadas, y más aún, en algunas oportunidades ni siquiera llegaban a destino.

Eulogio Payán antepuso a las zozobras y dureza del ambiente una conducta perseverante y tenaz, actuando como señuelo y artífice de un problemático progreso.

Con su acción emprendedora y su firme voluntad, puso en marcha con todo éxito la explotación de una "suerte de estancia" que le asignara el Gobierno en el partido de Junín.
Sin lugar a dudas, Payán fue el hombre más progresista de los campos de nuestra zona. Rompió con la tradición y con el viejo ejemplo del pájaro hornero, al ser el primero en construir, en 1849, su casa de campo con ladrillos cocidos, logrando así más confort, mejor estética y mayor seguridad.

En más de una oportunidad debió armar su brazo y exponer su pecho de hombre íntegro para defenderse de las lanzas indígenas durante los enconados ataques o los frecuentes robos de ganado.

Por otra parte, sus inquietudes lo llevaron a propiciar la construcción de más y mejores escuelas, pues ya por ese entonces el número de niños aumentaba de continuo y también a combatir con su prédica y su ejemplo la indolencia y la haraganería, mostrándose acérrimo enemigo del tiempo perdido lamentablemente en las pulperías.

De Eulogio Payán también se encuentran datos en la vecina ciudad de Lincoln donde en el año 1854 aparece como uno de los propietarios de establecimientos rurales de ese distrito.(ver)

A partir del año 1860, Payán se destacó por su dinámica acción en el cargo de presidente de la Municipalidad, al igual que por su correcto desempeño como juez de Paz del partido.

Lamentablemente, desde 1882 en adelante se pierde el rastro de su actuación en la zona. Según referencias de viejos vecinos, se habría retirado de este lugar como consecuencia de un hecho dramático: la muerte violenta de su único hijo varón y las posteriores derivaciones de ese desgraciado acontecimiento lo habrían decidido a abandonar el pueblo de Junín con rumbo a sus viejos pagos de Salto Argentino. Desde aquella época, nunca más se tuvieron noticias de este destacado convecino.

Los que honraron el pasado, honran el presente y seguirán honrando el futuro...
Quien avanzó por caminos tan difíciles, desde la hora cero de la población rural de Junín y le abrió rumbos de progreso y fuerza de corazón y coraje, se ha ganado el derecho a que su recuerdo sea perpetuado en forma destacada.

Se lo recuerda actualmente con el nombre de una calle que nace en Rivadavia y termina el avenida Pastor Bauman, surcando los barrios "San Martín" y "Almirante Brown"


Luis Sciutto Ferreto, "Junín en la historia y hombres que lo impulsaron", 1967
















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