Librería Elicabide: Tras 80 años pasó a ser recuerdo imborrable

Como juninenses nos sentimos orgullosos del crecimiento que a lo largo de los años ha experimentado nuestra ciudad, de haberse convertido en una "capital" del noroeste bonaerense, de su expansión comercial y creo que todos compartimos la alegría de vivir en esta "perla" de la región.Pero ese avance, ese desarrollo, tiene un costo -personalmente creo que no debería ser así, porque significa desprendernos cada vez de un trozo de nuestras propias vidas y nuestras propias historias-. Lugares, sitios, que han sido emblemáticos y nos marcaron profundamente a lo largo de décadas, hoy ya son solo un espacio en nuestra memoria: lo fue la "9 de julio" lugar ocupado hoy por Movistar, lo fue la "pizzería Ribas" en la calle Arias sitio, donde actualmente ya se yergue un edificio de comercio en su planta baja y de aproximadamente cinco pisos, y tantos otros. Y ahora le toca el turno a la histórica Librería Elicabide, en calle Arias 37, después de ocho décadas.
Así lo refleja el diario LA VERDAD en su edición del sábado 18 de febrero de 2012: (ver link):

La Librería Elicabide ya no forma parte del circuito comercial local
Domingo Elicabide -fundador de la librería-
junto a su hermano mellizo. Ambos
llegaron a la Argentina 
desde Biarritz (País Vasco Francés)
 escapando de la Primera Guerra Mundial.

La Librería Elicabide fue levantada por Domingo Elicabide, padre de dos hijos: Héctor y Alberto. Domingo llegó al país junto a su hermano mellizo desde Biarritz, País Vasco Francés, buscando nuevos horizontes. Hace alrededor de 80 años le dio forma al local comercial situado sobre la avenida Arias.
Héctor, al culminar sus estudios primarios, comenzó a trabajar como cadete en la librería a las órdenes de su padre. Hoy él tiene 90 años y “el negocio” fue su vida.
Junto a su hermano Alberto constituyó una sociedad colectiva, de familia. Alberto tiene dos años menos que Héctor y trabajó siempre a la par.
Hasta el año 1982, cuando falleció, Domingo estuvo al frente del comercio. Luego el camino lo siguieron sólo sus hijos.
La librería ha sabido sortear los diferentes vaivenes económicos a los que se vio sometido el país. Incluso ha incursionado otros rubros. En alguna época se dedicó a proveer pilas y vender pirotecnia, por ejemplo. Pero la actividad principal siempre estuvo enfocada a los artículos de librería.
Con momentos de mayor o menor bonanza, los hermanos Héctor y Alberto llegaron a contar con un camión repartidor de mercadería que recorría algunas ciudades de la zona.
Los familiares directos de Héctor creen que hace aproximadamente 20 años la librería dejó de experimentar cambios, inclusive nunca tuvo una fotocopiadora por ejemplo.
En el último tiempo la decisión de cerrarla fue tomando forma. La Librería Elicabide fue un lugar simbólico para la ciudad. Puede que ya no esté abierta a su clientela, pero los juninenses no podrán dejar de recordarla cuando pasen por su vereda. Por unos cuantos años no va a ser fácil aceptar que ya no está".

La carta

Adjunto a la nota antes reproducida, en la versión impresa del diario LA VERDAD, el sábado 18 de febrero también se publica la siguiente carta de Alejandro Luis Cardenal Elicabide, descendiente de aquellos pioneros de las primeras décadas del siglo XX:

"La librería Elicabide forma parte de mis recuerdos de toda la vida. Cuando nací, ella ya estaba ahí. Algo similar le sucedió a mi mamá y a mis dos tías. Lo mismo a mis hermanos y primos. Hasta mi hijo vino al mundo con el "negocio" (como lo llamaba mi abuelo) en pie. Recuerdo haber hecho las compras escolares de principio de año allí, siempre "al costo" y llevándome alguna regla de regalo.
Recuerdo también haberme llevado juguetes (¿Se acuerdan de los muñecos de He-man?) y, ya más grande, mis primeras billeteras y hasta mi primer maletín de abogado. Y el segundo, y el tercero también.
Mis hermanos y mis primos pueden dar igual testimonio.
Recuerdo su techo elevado, su vieja caja fuerte, sus amplias vitrinas de vidrio y hasta el olor a aserrín y kerosene que había en sus pasillos internos cuando los limpiaban.
También recuerdo el reloj ubicado en uno de sus extremos, bien alto, detrás del mostrador. Pero, sobre todo, recuerdo a mi abuelo Héctor trabajando allí. Nací viéndolo trabajar allí. Crecí viéndolo salir, cada mañana, con su frondoso manojo de lllaves a abrir "el negocio". Yo lo vi, miles de veces, regresar al mediodía a paso veloz para almorzar con Porota, mi abuela. Tras la siesta -qué menos-, lo vi a Héctor partir nuevamente al negocio, para regresar a las 20, al culminar el día de trabajo.
"El negocio" fue parte de su vida, y de la mía. También lo fue de su hermano (y socio mayoritario) pero en ese capítulo prefiero no ahondar.
Me quedo con mi abuelo. El parece ser el único que aprendió a asumir con alegría la partida del negocios. Nosotros estamos intentando. Junín también lo está intentando, porque no será fácil ver desaparecer a un verdadero emblema de la ciudad: la antigua y tradicional librería Elicabide.
La primera -si mal no me contaron- de toda la ciudad. La que se resistió al cambio, y como todo lo que no cambia, terminó cerrando.
Va a ser difícil pasar por Arias 37 y ya no verla. Quizás, por un tiempo, evitaré esa cuadra. O tal vez no.
Porque nunca la olvidaré, porque nací y ya estaba. Porque nunca dejará de estar".

Alejandro Luis Cardenal Elicabide

(Extraído de diario LA VERDAD, edición del sábado 18 de febrero de 2012)

















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