Sobrevivir en la Frontera: La dura vida de los prisioneros del Fuerte Federación
El desfalco de Perichón no fue un caso aislado, sino el reflejo de una realidad desgarradora. Desde prisioneros de guerra brasileños hasta ladrones rateros, todos padecían el frío, la escasez y la precariedad extrema mientras construían la defensa de la Pampa. Sus miserables jornales, una luz al final del túnel que un comisario corrupto se atrevió a robar.
La crónica del Comisario Perichón no solo expuso un caso de corrupción, sino que también iluminó una realidad oscura y fundamental para la existencia del Fuerte Federación: el trabajo forzado de los prisioneros, quienes eran la mano de obra esencial para erigir la avanzada.
La vida de estos hombres, tanto prisioneros de guerra (principalmente brasileños) como reos comunes (muchos por "ladrones rateros" o delitos menores contra la propiedad), estaba marcada por la dureza de la frontera, la precariedad y, como vimos, el riesgo constante de que su magro sueldo fuera robado.
Tareas y Jornales: El Motor de la Construcción
Los prisioneros eran empleados para el trabajo más pesado en la construcción y sostenimiento del fuerte, en lo que hoy se clasificaría como "trabajo forzoso". Sus tareas incluían:
Construcción de Cuarteles y Defensas: Eran quienes cargaban, transportaban e instalaban los materiales necesarios para los cuarteles y las defensas, en un contexto donde la escasez de madera, tijeras y latas era crónica. Documentos de la época mencionan la movilización de más de tres mil piezas entre horcones, tijeras y sauces.
Logística: Se utilizaban para tareas de transporte y apoyo logístico.
Trabajo Rural: Había iniciativas, como el cultivo de una quinta cerca del Fuerte, para complementar la escasa comida de la guarnición y las familias, para lo cual se solicitaban herramientas como palas, picos y azadas.
El punto clave que detonó el escándalo Perichón es que estos prisioneros recibían un jornal (una paga por su labor), aunque fuera ínfimo. Este pago era el que Perichón retuvo de manera ilegal, ascendiendo a los $1.447 pesos que tuvo que devolver. Este sistema de pago, aunque funcionaba como una forma de trabajo forzoso estatal, al menos reconocía formalmente un derecho que el Comisario violó.
Las Penurias en la Frontera (1828)
Más allá del trabajo, las condiciones de vida en el Fuerte eran extremas para todos, pero especialmente para los prisioneros y las familias de los soldados:
Vivienda Precarias: Documentos de comandantes como Rauch describen la situación como "angustiosa". Las familias de los soldados a menudo estaban "a la intemperie" o en ranchos muy deficientes, una situación que se agravaba para los reos.
Carencia de Recursos: Había una constante falta de géneros (ropa, suministros) y los sueldos, incluso cuando se pagaban, eran escasos, llevando a las familias a estar "medio desnudas".
Riesgo de Fuga: La dureza de las condiciones y la proximidad con la frontera fomentaban los intentos de fuga. Por ejemplo, en agosto de 1828, seis prisioneros brasileños destinados a trabajar en las obras se fugaron del Fuerte.
A pesar de las penurias y el trabajo forzoso, el caso de Perichón demostró que existía un mecanismo para denunciar y sancionar la corrupción, obligando al funcionario a reparar el daño económico causado a la población más vulnerable de la avanzada.
ADHIEREN AL CICLO HISTORIAS FUNDACIONALES 198 AÑOS DE JUNIN


















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